Y es que Pompeo ha hecho un llamamiento expreso para el Vaticano no prorrogue el acuerdo entre la Santa Sede y China para el nombramiento de obispos, que termina en octubre. “El Vaticano pone en riesgo su autoridad moral si renueva el acuerdo”, aseguró Pompeo el pasado 19 de septiembre a través de un mensaje publicado en su Twitter.
Las razones para Pompeo están en las posturas chinas antes las religiones. Para el secretario el Partido Comunista de China trabaja “día y noche para apagar la lámpara de la libertad, particularmente la libertad religiosa, de una forma horrible”. Musulmanes, protestantes, budistas tibetanos, seguidores de Falung Gong y cristianos católicos están entre las confesiones perseguidas por el régimen chine. En concreto, destacó que los católicos chinos tienen que afrontar detenciones y la destrucción de sus templos, además de órdenes de sustituir las imágenes de Jesús por los retratos oficiales de Mao Zedong y del actual presidente de China, Xi Jinping.
Pompeo ha comentado la historia Bernhard Lichtenberg, sacerdote católico alemán que apoyó a los judíos durante el régimen nazi, como símbolo de obligación moral de defender la libertad de religión. A los católicos chinos les ha asegurado que los Estados Unidos seguirá siendo un líder global en respeto a la libertad de religión y ha sugerido que el papa Francisco y los líderes de otras religiones tienen mucha responsabilidad en que así sea. “Por todo lo que los países pueden hacer, en última instancia nuestros esfuerzos están limitados a las realidades de las políticas mundiales. Los países deben adoptar compromisos en ocasiones para avanzar hacia buenos fines”, sentenció.
En plena recta final de las elecciones presidenciales estadounidenses, Pompeo tiene previsto reunirse con el secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolín, y con el arzobispo Paul Richard, uno de los responsables de la diplomacia vaticana. Parolin, que participó en un acto en la misma embajada señaló que la defensa y la promoción de la libertad religiosa constituyen un “sello distintivo de la actividad diplomática de la Santa Sede”.
Para el cardenal, este derecho, junto con el “derecho inviolable a la vida” es la base de todos los demás derechos humanos. Cuando esta libertad es violada, el “disfrute de todos los derechos” se pone en peligro. La libertad de conciencia también está íntimamente relacionada con la libertad religiosa porque es el “santuario interior” en el que descubrimos una ley que “no nos hemos impuesto”, pero que “debemos obedecer”, apuntó Parolin según recoge Vatican News.