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Llorenç Puig: “Sueño una Vida Religiosa en Cataluña que sea realista y a la vez valiente”





Llorenç Puig es desde el 1 de septiembre el nuevo secretario general de la Unión de Religiosos de Cataluña (URC) –que este 2020 cumple 40 años de historia– para el próximo cuatrienio. El religioso jesuita sustituye al marista Lluís Serra, quien ha llevado a cabo este servicio los últimos 12 años. El pasado 11 de junio, la junta directiva encargaba esta labor al hasta ahora delegado de los jesuitas en Cataluña.



PREGUNTA.- ¿Cómo acoge este servicio que le encargan tus hermanos y hermanas en un momento tan complicado como el actual, en medio de una pandemia?

RESPUESTA.- Acojo este servicio con respeto porque el trabajo que ha hecho el anterior secretario de la URC ha sido impresionante, y cuando uno empieza un servicio después de una persona tan dinámica y eficaz, se siente pequeño. Pero a la vez ilusionado por poder servir a las personas y congregaciones de la Vida Religiosa en Cataluña que pueda ayudarnos a colaborar y a ser testimonios del evangelio con nuestra presencia, nuestra misión y, sobre todo, nuestra colaboración y fraternidad.

Los efectos de la pandemia se están sintiendo, claro que sí, en la dinámica de la URC. Tenemos una misión, que es facilitar los encuentros de religiosos/as de diversas congregaciones, y propiciar la colaboración, formación conjunta, intercambio de información y experiencias, reflexión y proyectos compartidos… Lógicamente este tiempo de confinamientos y de restricciones a los encuentros personales dificulta nuestra función.

Pero me gustaría recordar que, a pesar de todo, en el momento de la primera ola de la pandemia pudimos ofrecer desde la URC la conexión entre diversas demandas de espacios y recursos que nos solicitaron a las congregaciones, de modo que pudimos canalizar una serie de ayudas a los ayuntamientos o entidades sociales que estaban desbordadas en ese momento. Por tanto, creo que, aunque fuera virtualmente, la URC pudo canalizar una respuesta como red de congregaciones religiosas a necesidades de nuestra sociedad. Ser red es una fortaleza.

Otra iniciativa bonita fue el hacer un elenco de los religiosos/as que fallecieron durante ese período de pandemia, pues permitió rezar unos por otros, tenernos presentes en ese momento de dolor, y acompañarnos de algún modo.

Este curso está empezando efectivamente con muchas incertidumbres y con el freno puesto por las lógicas restricciones a las que nos obliga la pandemia. Pero con el deseo de estar atentos a las posibilidades de servicio que podamos ofrecer a los religiosos/as y congregaciones.

P.- ¿Con qué se queda de la impronta de Lluís Serra para esta nueva etapa?

R.- Lluís Serra ha sido un trabajador fiel, diligente, eficaz y afable que ha ayudado mucho a que la URC hiciera su servicio durante estos años de una manera muy notable. Uno de los hitos visibles de su servicio son los 500 números del boletín de noticias Horeb, que ha proporcionado una información significativa, bien seleccionada e ingente a los religiosos/as. Además, me gustaría destacar que no solo ha sido un secretario ejecutivo, sino que también nos ha regalado muchas y profundas reflexiones sobre la vida religiosa hoy. Por tanto, no solo ha hecho un servicio operativo sino también de reflexión sobre la realidad, misión y perspectivas de la Vida Religiosa hoy.

Por ello, lógicamente no se trata ahora simplemente de reemplazarle, porque eso sería imposible, sino de encontrar nuevas fórmulas en forma de equipo de trabajo complementario y bien coordinado, con una persona que se ocupará de la administración (la Hna. Maria Rosa Olivella), otra de la formación tanto inicial como permanente (la Hna. Ana Maria Díaz), y yo mismo; y los tres, bien coordinados y ayudados por la junta y el presidente, Fray Eduard Rey.

Creo que un signo de los tiempos será justamente este trabajo en equipo para poder llevar adelante el cometido de la URC. Ante la mayor escasez de religiosos/as, la mayor demanda de servicios pastorales o internos, la manera de llevar adelante nuestra misión ha de ser necesariamente complementándonos y trabajando bien coordinadamente como equipo.

P.- ¿Qué sueña para el futuro de la Vida Religiosa en Cataluña?

R.- Sueño una Vida Religiosa en Cataluña que sea realista y a la vez valiente. Las dos cosas parecen contradictorias, pero creo que son necesarias las dos y que nos han de tensionar positivamente.

Por una parte, sueño con una Vida Religiosa que sea muy realista. Realista ante la edad media de los religiosos/as, la cada vez menor cantidad de religiosos/as, y al número tan bajo de vocaciones. Este realismo es necesario porque hemos de planificar bien las cosas, establecer marcos de colaboración entre nosotros/as y con las personas que no son religiosas, pero con quienes compartimos la misión. Y no vivir el día a día sin una seria planificación que mire al medio y largo plazo.

Pero por otra parte sueño con una Vida Religiosa que sea valiente. Creo que estamos invitados/as a enfatizar más nuestra significatividad, a sabernos levadura, sal, luz, pequeña pero fecunda semilla… Estamos invitados a colaborar más y, sobre todo, a redescubrir fraternalmente lo que compartimos los religiosos/as, a valorar la diversidad de carismas y a la vez tanto que nos une… Y estamos invitados a sentirnos y ser buenos colaboradores también con otras realidades de Iglesia y de nuestra sociedad.

P.- Tras 40 años de historia, ¿cuáles son los retos a los que deberá responder ahora como nuevo secretario general? 

R.- Creo que el primer reto es ser facilitador de encuentros, de reflexión y de momentos de compartir nuestro sentido como Vida Religiosa hoy. Y hacerlo de la mejor manera posible en tiempos de Covid no será fácil…

También, nos planteamos en la junta el seguir cuidando, como se ha hecho hasta ahora con el Horeb y otros medios, la comunicación interna, que proporciona información de interés para los religiosos/as, el intercambio de noticias de nuestras congregaciones, personas y obras… y la información externa: no dejar de ser visibles porque seamos menos, sino mostrar precisamente lo que somos y queremos testimoniar a nuestros coetáneos. ¿Hemos de pensar en un Horeb 2.0?

Y finalmente, me parece que hemos de abordar los cinco retos para la Vida Religiosa hoy tan magníficamente expresados por Lluís Serra en su Carta de despedida llena de agradecimiento. Esos retos son: ir a la fuente de nuestra vida, evitar la ‘mundanidad espiritual’, ir más allá de las dinámicas de supervivencia de las congregaciones, cuidar nuestra encarnación e inculturación, y finalmente vivir más la intercongregacionalidad. Creo que estos cinco retos nos dan trabajo de fondo para los próximos años.

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