La Conferencia de Obispos de Estados Unidos –USCCB, por sus siglas en inglés– se planta ante las ejecuciones federales de la Administración de Donald Trump. Y es que el Episcopado ha denunciado que solo este año ha habido siete ejecuciones amparadas en las leyes federales, tras 17 años sin ninguna condena federal a pena de muerte. El director ejecutivo de la Secretaria de Justicia, Paz y Desarrollo Integral Humano de la USCCB, Richard Coll, lamenta en esta entrevista con Vida Nueva que, mientras la mayoría de Estados estaban aboliendo la pena de muerte, ahora el Gobierno federal las ha recuperado, lo que “supone un claro retroceso”.
A las puertas de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, los prelados han publicado un documento en el que, ayudados por la Doctrina Social de la Iglesia, esperan que sirva a los fieles para una participación responsable ante la elección de dos candidatos que no siguen a rajatabla las enseñanzas de la Iglesia.
PREGUNTA.- Los obispos han sido valientes al expresarse con contundencia contra el Gobierno tras la aprobación de varias ejecuciones federales…
RESPUESTA.- Para nosotros es un tema muy importante que viene ya desde Juan Pablo II, lo continuó Benedicto XVI y lo ha focalizado el papa Francisco, que es quien ha hecho el cambio en el Catecismo para insistir con más fuerza en la posición de la Iglesia contra la pena de muerte. La tragedia es que, bajo el sistema federal, los Estados pueden imponer la pena de muerte por violaciones de las leyes de cada Estado y el Gobierno federal puede hacer lo mismo en caso de violación de leyes federales.
Desde la época del presidente George Bush no se había visto una ejecución federal. Esta Administración decidió que iba a reimponer las ejecuciones y, efectivamente, en el último año, tras revisión del Supremo, ha habido siete ejecuciones bajo ley federal. Lo que nos causa pena, como Iglesia, es que, poco a poco, los Estados estaban eliminando la pena de muerte y ya solo quedaban una minoría, pero en vez de continuar con esta senda de progreso, el Gobierno federal impone ahora de nuevo la pena de muerte.
P.- ¿Veremos el fin de la pena de muerte en Estados Unidos?
R.- La esperanza es una virtud, no es una emoción. Siendo una virtud, la tenemos que ejercer. Con esa filosofía, mi respuesta es que tengo la esperanza de que sí. En un futuro muy cercano, incluso yo espero ver que los Estados y el Gobierno federal eliminan la pena de muerte. Seguiremos trabajando con el resto de religiones y la sociedad civil para convencer a toda la sociedad de que se trata de un tema prioritario. Si hay fieles que se encuentran contrariados con esta cuestión, les invito a entrar en diálogo con los pastores o con nosotros en la USCCB para poder explicarles por qué la enseñanza de la Iglesia es tan clara sobre esta cuestión.
P.- A las puertas de unas elecciones presidenciales, ¿cómo se entiende que el presidente abogue por la pena de muerte, siendo un tema tan sensible para su electorado evangélico y católico? ¿No se trata de una cuestión prioritaria para los creyentes?
R.- Es consecuencia de que nosotros en la Iglesia tenemos que revisar nuestra catequesis sobre la vida, porque se ve muchas veces solo como el aborto. Y este es un tema primordial, pero no único. Hay falta de catequesis en este sentido. Hay católicos que quizá no han oído que el evangelio de la vida habla de proteger todas las vidas, no solo las de los no nacidos. Hay que defender a los ancianos, migrantes y todo ser humano despojado de su dignidad. Si hay cárceles que pueden mantener la seguridad, ¿por qué razón hay que imponer la pena de muerte?
Nosotros en la Conferencia estamos intentando incidir en esta cuestión. Todos los vulnerables de nuestra sociedad deben ser protegidos, incluso aquellos condenados a pena de muerte. Joseph F. Naumann, arzobispo de Kansas y presidente del Comité de Actividades Pro-vida, ha firmado todos los documentos que se oponen a la pena de muerte, siendo un guiño a la defensa de todas las vidas. Tenemos que seguir trabajando en este sentido y lo vamos a hacer