Es lícito buscar un beneficio económico en las inversiones siempre que no se haga a costa de pisotear a los demás ni al medio ambiente. Durante la audiencia que mantuvo este lunes con los dirigentes y el personal del ‘Istituto cassa depositi e prestiti’, una entidad financiera italiana que celebra este año su 170 aniversario, el papa Francisco recordó que el pensamiento cristiano solo es contrario a la perspectiva del beneficio cuando se “esclaviza al hombre” y lo reduce a una “variable” en un proceso que “no se puede controlar o al que no hay manera de oponerse”.
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En el discurso que dedicó a los miembros del citado instituto financiero, el Pontífice invitó a saber distinguir entre “el bien y el mal”, algo que también debe hacerse en el campo de la economía, donde las “rectas intenciones, la transparencia y la búsqueda de buenos resultados son compatibles y nunca deben desvincularse”. El objetivo a seguir debe ser el desarrollo de intervenciones que “respeten y promocionen” tanto a la persona como a la sociedad en su conjunto.
Economía real
Los bancos y organismos financieros pueden desarrollar una “sensibilidad social” que favorezca el relanzamiento de la “economía real”, de la que depende el desarrollo de las personas, las familias y toda la comunidad. Esta necesidad se hace particularmente patente en la actual situación de pandemia debido a los desafíos “sociales y económicos” provocados por la emergencia sanitaria.
“Pensemos en fenómenos muy significativos, como el declino de algunas formas de producción, que precisan de una renovación o de transformaciones radicales. Pensemos en las mutaciones que se han producido en el modo de comprar y de vender bienes, con el riesgo de que se concentren los intercambios comerciales en las manos de pocas realidades de dimensión global”, advirtió el Papa haciendo referencia a las consecuencias que tiene la concentración del comercio en gigantes como Amazon.