No se aplaca la tormenta ligada al cese de Angelo Becciu, al que el papa Francisco pidió el 24 de septiembre que renunciara a sus derechos como cardenal y a su cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. El Tribunal vaticano continúa investigando sobre las supuestas irregularidades que el prelado habría cometido cuando era sustituto de la Secretaría de Estado, un puesto clave en el funcionamiento de la Curia romana, al tiempo que los diarios italianos siguen publicando información comprometedora sobre el caso.
El foco está puesto ahora en los 500.000 euros que habría recibido la empresa con sede en Eslovenia que tiene Cecilia Marogna, experta en seguridad y relaciones internacionales originaria de Cerdeña, donde también nació Becciu. El dinero provenía de los fondos reservados de la Secretaría de Estado, que el prelado sardo gestionó durante los siete años en que fue sustituto (2011-2018). Según los medios italianos, Marogna, de 39 años, habría comprado bolsos, zapatos y accesorios en tiendas de lujo con la cantidad transferida por orden de Becciu a lo largo de cuatro años.
En una entrevista con el Corriere della Sera, Marogna consideró “absurdas” las informaciones que la presentaban como la “amante” del prelado y explicó que los fondos los recibió por la “colaboración efectiva” que desarrolló con la Secretaría de Estado después de reunirse por primera vez con Becciu en 2015. “Faltaba una red de diplomacia paralela en los países norteafricanos y de Medio Oriente, pero yo sabía lo que hacer y cómo moverme para reducir los peligros para las nunciaturas de las células terroristas presentes en esos países”, comentó Marogna.
El medio millón de euros pagado por la Secretaría de Estado habría servido para sufragar tanto su sueldo como los viajes y los contactos realizados para llevar a cabo su misión. “Tal vez el bolso era para la esposa de un amigo nigeriano que podía hablar con el presidente de Burkina Faso”, se defendió la experta en seguridad al ser preguntada por estos polémicos gastos. En otra entrevista, en este caso con el diario ‘Domani’, insistió en que “no ha robado ni un euro” y en que gastó el dinero en “construir una red de relaciones internacionales de alto nivel, que servían para recoger información para intentar liberar a sacerdotes y monjas secuestrados en territorios difíciles”.