España cuenta desde hoy a mediodía con tres nuevos obispos. Carlos Escribano y Mario Iceta son los nuevos arzobispos de Zaragoza y Burgos, mientras que el sacerdote Javier Vilanova se convierte en el tercer obispo auxiliar de Barcelona. Se trata de los primeros nombramientos que tienen lugar en nuestro país desde que la cúpula de la Conferencia Episcopal fuera recibida por el Papa hace un par de semanas, y en la que el relevo episcopal fue una de los temas que se pusieron sobre la mesa.
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Escribano, hasta ahora obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, sustituye a Vicente Jiménez, que se jubila a los 76 años, después de haber pastoreado durante seis años la capital mañana. Mientras, Iceta viaja del País Vasco a Castilla y León para tomar el testigo de Fidel Herráez, que también deja la sede episcopal a los 76 años y en plenos fastos sobre el VIII centenario de la catedral de Burgos.
Encargos pastorales
Tanto en el caso de Escribano como el de Iceta, además de su trabajo al frente de las diócesis, se reconoce de alguna manera su servicio a la Iglesia española. Por un lado, el nuevo arzobispo de Zaragoza es el presidente de la Comisión para los Laicos, Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española desde el pasado mes de marzo. Anteriormente, era el máximo responsable de la pastoral de los seglares en nuestro país y consiliario de la Acción Católica. Entre sus méritos, se encuentra el Congreso Nacional de Laicos celebrado el pasado mes de febrero y que fue la puesta de largo de una una presencia de los católicos en la vida pública dentro de la apuesta de Francisco por un mayor compromiso en la línea de la Doctrina Social de la Iglesia.
Por otro lado, el nuevo arzobispo de Burgos hasta marzo fue el presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la defensa de la Vida desde 2014. Su trabajo para aterrizar en nuestro país la nueva pastoral del Papa argentino desde la mirada de ‘Amoris laetitia’ ha supuesto en muchos momentos para él una lucha contracorriente, con especial hincapié en la refundación del instituto san Juan Pablo II.
La herencia de Omella
De alguna manera, los dos ‘ascensos’ episcopales de Escribano y Vilanova están vinculados al presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella. Por un lado, Escribano fue quien ‘heredó’ de él la diócesis de La Calzada-Logroño y también ha sido obispo de la diócesis natal de Omella: Teruel. De hecho, en aquel momento, Roma tuvo muy en cuenta el parecer del ahora cardenal arzobispo de Barcelona para designar a su sucesor en tierras riojanas.
Del mismo modo, la Congregación de los Obispos también ha atendido la petición de Omella para dotarle de un tercer obispo auxiliar para un mejor gobierno de la archidiócesis metropolitana. De paso, el purpurado refuerza la cantera de futuros obispos catalanes, teniendo en cuenta el trabajo reconocido y reconocible que ya vienen realizando sus otros dos prelados colaboradores: Toni Vadell y Sergi Gordo.
La era Bernardito
En el caso de la elección de Vilanova, resulta especialmente significativa, en tanto que se trata de el primer sacerdote promocionado en la era del actual nuncio Bernadito Auza. Y es que, hasta la fecha, el ‘embajador’ vaticano tan solo había trasladado de sede a obispos que ya estaban ordenados, como es el caso de Francisco Cerro, José Mazuelos, Jesús González, Vicente Juan Segura y Santiago Gómez Sierra.
El estreno del nuncio en este aspecto llega en plena pandemia y con preocupación por parte del Papa en lo que a las ternas que el diplomático ha de presentar para su aprobación final. Francisco es consciente de la necesidad de renovación de rostros en lo que al liderazgo de la Iglesia española se refiere. No solo porque en aproximadamente un año haya que buscar obispo para una veintena de diócesis por razones de edad, sino porque los nuevos pastores están llamados a aterrizar las reformas impulsadas por el Papa argentino, con ‘Evangelii gaudium’, ‘Amoris laetitia’, ‘Laudato si’’ y ‘Fratelli tutti’ como hoja de ruta.