La Universidad Pontificia Comillas ha celebrado hoy, 7 de octubre, el solemne acto de apertura de curso, en un contexto aun marcado fuertemente por la pandemia del Covid-19. “En el plano docente, ante la terrible tragedia provocada por la pandemia y el desconcierto originado, nos hemos sobrepuesto y avanzado y, en cierta medida, reinventado”, ha dicho el rector de la Universidad, el jesuita Julio Martínez. “Es verdad que, aun cuando nadie esperase una conmoción semejante, la Universidad ha estado preparada o ha contado con medios para adaptarse rápidamente, hasta donde ha sido posible”, ha subrayado.
“Hay que reconocer que nosotros mismos nos hemos sorprendido de nuestra capacidad de respuesta”, ha dicho Martínez. Una respuesta que, tal como ha matizado, “ha sido sólida y rigurosa, como acostumbramos, pero también prudente y creativa”. Prudente, pues “han sido frecuentes la reflexión, la deliberación y la acción; y creativa, porque hemos transitado vías hasta ahora desconocidas”. Asimismo, ha insistido en la conciencia de quienes forman parte de Comillas de la necesidad de “actuar conforme a un mismo propósito, desde la convicción de que no puede darse el bien propio sin el bien común”. De esta manera, “la labor armónica de profesores, estudiantes y personal de administración y servicios, con la ejecución de relaciones, alianzas y colaboraciones y la búsqueda de recursos que más benefician al común, posibilitó afrontar el trance con solvencia, sin descuidar ni dejar de estar atentos compasivamente a los que más podrían estar sufriendo”.
“Hoy”, ha continuado Martínez, “la Universidad lleva justo un mes de actividad docente del nuevo curso a pleno rendimiento, encarándolo también con creatividad y valentía. Un mes ganado a la adversidad y al desánimo, desde la esperanza y la pasión”. “Llevamos aún más meses preparándonos para acoger a nuestros estudiantes y para hacer de la Universidad un lugar habitable a pesar de todas las restricciones”, ha aseverado. Y es que en Comillas se ha implantado la combinación de presencia física y virtual, a la que han llamado ‘bimodalidad simultánea’. “Ha sido emocionante ver tantos rostros exultantes de profesores y alumnos tras la primera experiencia real de esta auténtica novedad en las clases”, ha apuntado.
“Y podemos decir que lo estamos consiguiendo: se están impartiendo todas las horas de clase, en su lugar natural; todos los alumnos pueden seguirlas, ya se encuentren en el aula, ya en remoto; pueden interactuar con el profesor, e incluso entre ellos; y hasta nuestros alumnos internacionales también tienen la posibilidad de acceder a la docencia que se imparte en la sede de la Universidad, bien en la propia aula si se han desplazado a Madrid, bien desde su lugar de origen si han tenido que quedarse en él”, ha explicado Martínez. “Ya hemos comprobado que todo esto es posible; pero es posible, como decía, gracias al esfuerzo denodado de todos los miembros de la Universidad, y de su espíritu fiel a su misión”, ha subrayado.
Sin embargo, el rector ha querido apuntar también que este logro “no nos debe hacer olvidar nuestra fragilidad y vulnerabilidad. Llevamos ya un mes, pero sólo acabamos de comenzar”, ya que “todo hace presagiar que el curso va a ser duro, inestable y con sobresaltos; las soluciones que imaginábamos provisionales puede que se prolonguen sin un punto definido de término; algunos de los cambios que presumíamos transitorios puede que no tengan retorno”. Por ello, ha afirmado que esta Universidad “será una de las instituciones más activas y positivas en la reconstrucción y recuperación que demanda la situación crítica que la pandemia está provocando, pero para reconstruir hay que preservar los fundamentos de la vida social y personal, no demolerlos”. Y es que, para el jesuita, “dos ámbitos ilustran para mí esa vis destructiva: uno atañe al orden constitucional y se refiere, por tanto, a la estabilidad de la sociedad; otro al derecho a la vida y afecta al núcleo de la dignidad de la persona”.
Así, “un frente se afana por socavar el prestigio y la legitimidad de las instituciones básicas del Estado”, de lo cual “hay muchos ejemplos casi diarios”, pero que “entrañan una gravedad singular los desplantes y críticas a la persona del Rey y los ataques a la institución monárquica, por ser la piedra angular de nuestro sistema constitucional y garante de los valores que unen nuestra sociedad”. “Si se minan los pilares del pacto constitucional y se daña irreparablemente el marco jurídico-político, hablar a la vez de reconstrucción social y económica es retórica hueca, por buena mercadotecnia que la rodee”, ha dicho. “Llamar a superar unidos la crisis permitiendo o instigando simultáneamente el resquebrajamiento del orden básico del Estado es un colosal ejercicio de cinismo político y de falta de integridad moral”, ha subrayado, asegurando que, por muchos “flujos financieros de la UE” que lleguen a España, “sin estabilidad institucional y confianza pública, la ansiada prosperidad inclusiva y sostenible se alejará cada vez más de nuestro horizonte”.
“El otro gran asunto destructivo que está sobre la mesa”, ha señalado, “se refiere a la erosión de la cultura de la vida”. “Sé que la conciencia de la gravedad de esto es menos compartida por el conjunto de los ciudadanos, en parte porque durante años se ha ido creando una opinión pública favorable al derecho de elegir una muerte definida impropiamente como ‘digna’ por el hecho de poder ser elegida”, ha apuntado. “La situación postraumática de los que han enfermado, cuidado o sufrido pérdidas de seres queridos, sin poder acompañarlos ni despedirlos decentemente, no ha hecho repugnante que se reimpulsasen los cambios del ordenamiento jurídico para legalizar el suicidio asistido y la eutanasia”, unos cambios que, a su juicio, “minarán gravemente la conciencia de lo que hace que la vida humana sea preciosa y resquebrajará aún más los deberes inderogables de la solidaridad y fraternidad humanas”.
“Alentar una cultura que acepta complacientemente que algunos pongan fin a su vida como si fuera indigna o descartable, hiere el corazón de las relaciones humanas, la justicia y la confianza entre las personas; y lanza un mensaje a favor de un individualismo que legitima la decisión subjetiva de los cuidados y la asistencia que cada uno quiera recibir según lo que dicte su autonomía o la utilidad social/económica haga posible o conveniente”, ha asegurado.
Por último, el rector de la Universdad ha señalado que “en defensa de la participación e implicación de todos y en nombre de la libertad y del bien común del conjunto de la sociedad”, la organización se encuentra en una “oposición frontal a cualquier medida ideológica que busque dificultar la supervivencia de colegios y centros universitarios de titularidad no pública”. “La gravedad de la situación exige unidad en las cuestiones de fondo: concordia y cooperación, no tactismos ni dualismos que simplifican falsamente los problemas y generan frentismos y crispación”, ha subrayado.