El cardenal español Miguel Ángel Ayuso cree que la nueva encíclica puede contribuir a que el mundo “progrese en humanidad” dejando atrás lastres y heridas, con las religiones como motor. Este misionero comboniano fue uno de los artífices del ‘Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común’, firmado en Abu Dabi, en febrero de 2019, por Francisco y el gran imán de la universidad egipcia de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, principal líder del islam suní. Aquel texto abrió un camino en el que el Papa ha profundizado con ‘Fratelli Tutti’.
- DOCUMENTO: Texto íntegro de la encíclica ‘Fratelli Tutti’ del papa Francisco (PDF)
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PREGUNTA.- ¿Qué significa esa ‘amistad social’ que defiende la encíclica?
RESPUESTA.- Es un elemento muy oportuno para responder a un mundo herido y afectado ahora por la pandemia. Es una invitación a la concordia y a la puesta en práctica de la cultura de la inclusión, que el Papa difunde desde el inicio de su pontificado. La amistad social intenta dar importancia a la dignidad de cada ser humano para superar las divisiones. Todos somos responsables de los demás, porque somos una familia, y debemos curar este mundo.
P.- ¿Cómo puede llevarse a la práctica la amistad social en las relaciones de los católicos con otras religiones?
R.- La invitación se extiende a las personas de otras tradiciones religiosas, para que juntos podamos promover esta amistad social. No digo que todas las religiones sean iguales, porque estaríamos traicionándonos a nosotros mismos y renunciando a nuestra fe. Desde el deber de la identidad, proponemos un proyecto de apertura hacia los demás. Y no lo hacemos solos.
P.- ¿Es el documento de Abu Dabi una de las grandes bases de ‘Fratelli tutti’?
R.- Así es. Con los ocho capítulos de esta encíclica, que incluye una oración al Creador y otra oración cristiana ecuménica, ambas muy bonitas, el Papa implementa lo que ya propuso con Laudato si’ y con el Documento sobre la fraternidad humana. El mundo necesita buenos samaritanos que puedan ayudar a que comience una historia nueva y a restañar las heridas de la humanidad. Hace falta considerar como un hermano al prójimo, más allá de las fronteras. La encíclica quiere progresar en humanidad, superar este mundo de conflicto y de miedo, y en el que los derechos humanos no son suficientemente universales.
Iglesia en camino
P.- Francisco aboga por acabar con el concepto de ‘guerra justa’ que recoge el Catecismo. ¿Cómo explica este cambio?
R.- La Iglesia siempre está en camino. El progreso y la evolución del pensamiento nos llevan a evaluar las posiciones del pasado según las circunstancias de cada época. La encíclica propone un mundo abierto, construido sobre la comprensión y el amor universal, donde reinen la paz y la fraternidad, lo que excluye cualquier violencia.
P.- ¿Es el multilateralismo el camino político para lograrlo?
R.- El multilateralismo entre las naciones se expresa en las organizaciones internacionales, que tratan de mantener la unidad de la familia universal. Se ha trabajado mucho en ese sentido tras la II Guerra Mundial. Sabemos que la guerra destruye y que la fraternidad une. Los intereses de los Estados, que a veces se manifiestan en una especie de bilateralismo, olvidándose del multilateralismo, requieren un esfuerzo para buscar el bien común de todos. Como expresó el cardenal Parolin en la presentación de la encíclica, hoy se necesita una autoridad mundial, concebida desde el punto de vista de la sinodalidad. Debe recuperarse así el multilateralismo, que parece que está desmoronándose. Aunque se diga que las organizaciones internacionales son poco eficaces, hoy más que nunca hay que trabajar para promoverlas e intentar así lograr el bien común.