Ante la proximidad del plebiscito nacional, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile ha hecho un llamado a informarse y participar. “El respeto a la vida y la dignidad de cada persona, la promoción de la justicia y la solidaridad para superar las brechas socioeconómicas y culturales, y el amparo y protección a los grupos más vulnerables, son, entre otros, valores indispensables en la vida de un pueblo. Por eso no podemos ser indiferentes frente a el ejercicio de la responsabilidad cívica a la que somos convocados”, dicen los obispos.
En este plebiscito se consultará si se aprueba o rechaza elaborar una nueva Constitución Política para el país y el procedimiento para hacerlo. No es una idea nueva. Varios gobiernos anteriores iniciaron gestiones hacia este mismo fin, debido a que se acusa a la actual Constitución de haber sido hecha en la dictadura. Sin embargo, las manifestaciones sociales multitudinarias de octubre del año pasado, acompañadas por grupos que provocaron gravísimos hechos de violencia, generaron una crisis que desestabilizó al gobierno y los políticos.
En ese contexto, el 15 de noviembre dirigentes de la mayoría de los partidos políticos firmaron el “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” en el que “han acordado una salida institucional cuyo objetivo es buscar la paz y la justicia social a través de un procedimiento inobjetablemente democrático”, dice el acuerdo. Allí deciden impulsar el próximo plebiscito, como una forma de responder a las demandas ciudadanas y dar una salida institucional a la crisis.
Sólo 3 días después 262 profesores de derecho y ciencia política emiten una declaración de apoyo a ese Acuerdo, en la que destacan el carácter inédito de este plebiscito, ya que “en Chile ninguna Constitución ha sido el producto de la voluntad del pueblo”. “Rompiendo con una barrera que hasta hace muy poco parecía infranqueable, el sistema político ha llegado a un acuerdo que nos permite liberarnos de la Constitución de 1980. Una constitución que no sólo fue impuesta por una cruenta dictadura, sino que por décadas ha impedido a través de una serie de trampas que el sistema político responda efectivamente a las mayorías democráticas. Esto está en el centro de la crisis que afecta a nuestro país”, expresaron los académicos.
Un año después, persiste la impresión de que los políticos no logran dar con respuestas apropiadas y crece el temor a que el aniversario del estallido social convoque nuevas acciones de violencia.
El Comité Permanente, en su declaración, alude a estos temores: “esperamos que predominen la cordura y la responsabilidad cívica en estas semanas, en beneficio de la paz social y de los más desprotegidos de nuestra sociedad. Es necesario salvaguardar el derecho a las expresiones pacíficas y al mismo tiempo resguardar el cumplimento de las normas sanitarias. No abramos espacios a la violencia, que sólo trae más dolor y, paradojalmente, un espiral sin fin de violencia”, piden los obispos.
Y agregan un llamado directo “a autoridades y líderes del país a actuar unidos y comprometidos en este proceso democrático, de manera que nadie se sienta amenazado o excluido. En tiempos de adversidad y sufrimiento, el país espera un compromiso de unidad, efectivo y no sólo de palabras. Así como la paz social es fruto de la justicia, atender las demandas sociales también exige un liderazgo responsable y con altura de miras en una convivencia cívica, fraterna y dialogante. En Chile, hay una gran diversidad de opciones y opiniones, pero su vocación es la unidad y su camino es la paz”.
En días anteriores algunos obispos habían hecho llamados similares en sus respectivas diócesis. Héctor Vargas, obispo de Temuco, a través de una columna en la edición dominical del principal diario regional, dice que la política debiera ayudar a hacer emerger lo mejor de las personas y colectivos. Agrega que “el rol del Estado, las políticas públicas, la autonomía activa de la comunidad social y las organizaciones intermedias, son sustantivas para dar pasos a un país más justo y fraterno, con el aporte de las y los católicos. Al estar llamados a ser fermento del Evangelio en el mundo, haremos política, pero nosotros, sin esperar o aceptar que otros ocupen nuestro legítimo rol como ciudadanos. Por ello votaremos en el próximo plebiscito”, expresa el obispo.
El arzobispo de Concepción, Fernando Chomalí, por su parte, en declaración pública pide a los católicos y a todos los hombres y mujeres “que vayan a votar, que hagan sentir su voz en este ejercicio que nos permite la democracia, que se expresen sin temor, con esperanza y confianza. Si hay una alta participación en el plebiscito la democracia se verá fortalecida”, asegura.
Hacia el final de su declaración, Chomalí invita “a reconocer los resultados y a esforzarse cada vez más por mostrar el rostro misericordioso del Señor que nos invita a servir y no a ser servidos y a dar la vida por los demás. Esta enseñanza sigue vigente porque independiente de la Constitución que nos rija, hay mucho por hacer para aliviar los sufrimientos de tantos hombres y mujeres que viven en condiciones inhumanas y que esperan de nosotros amor y solidaridad”.
También la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Chile, CONFERRE, reconoce en declaración pública que “el momento que vivimos como país es complejo” y llaman a mirar la realidad desde la plenitud que ofrece Jesús: plenitud de la dignidad y de la fraternidad. “Las multitudes en las calles han dicho “basta”. Y creemos que esa toma de conciencia es el inicio del país nuevo que -juntos- queremos construir”, dice el texto que firma el capuchino Héctor Vargas, como presidente de CONFERRE.