“Quisiera aprovechar esta eucaristía para saludar muy cordialmente a todos los habitantes de la Capital y del país entero, deseando a todos ustedes mucha salud, paz, felicidad y prosperidad”. Así fue el saludo del nuevo Nuncio a los fieles argentinos.
Miroslaw Adamczyk agradeció al Cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, la invitación a celebrar esta Eucaristía. Junto a él, concelebraron obispos de distintas circunscripciones. Estuvieron presentes los titulares de San Isidro, Oscar Ojea; de Chascomús, Carlos Malfa; de San Justo, Eduardo García; de Morón, Jorge Vázquez; de Quilmes, Carlos Tissera; de Lomas de Zamora, Jorge Lugones; de Gregorio de Laferrere, Jorge Torres Carbonell; el eparca ucraniano, Daniel Kozelinski; y los auxiliares de Buenos Aires, Joaquín Sucunza y Enrique Eguía Seguí. Participó, también, el secretario de negocios de la Nunciatura, Aliaksandr Rahinia.
El delegado papal recordó que, desde hace 27 años, trabaja en diferentes nunciaturas. Argentina es su tercer lugar de misión como Nuncio Apostólico.
“Desde hace pocas semanas, tengo el privilegio de ser Nuncio Apostólico en Argentina, el país natal del Papa. Cumplo con mi deber y transmito los más calurosos saludos que el Santo Padre envía, a través de mí, a sus compatriotas, a ustedes”, confirmó Adamczyk. Y agregó: “Él ama la Argentina y reza por ella continuamente; con sus pensamientos y oraciones, está cerca a la vida de todos los argentinos”.
Dijo estar honrado de ser nuncio en el país del Papa. Expresó que los argentinos seguramente están orgullosos de tener un argentino a la cabeza de nuestra Iglesia. “Es un honor, pero, al mismo tiempo, es un deber; un deber de rezar por el Santo Padre. Celebro esta eucaristía por la persona del Sumo Pontífice, nuestro amado Santo Padre y por sus intenciones; e invito a todos ustedes a rezar conmigo”.
Además de ofrecer una reflexión sobre la lectura del evangelio de este domingo, se refirió a la nueva encíclica “Fratelli tutti”. Comentó que el Papa dedicó este texto a la fraternidad y la amistad social, inspirado en la figura de San Francisco.
Explicó que, tomando como base la parábola del buen samaritano, el Santo Padre nos recuerda que todos somos iguales en derechos, deberes y en dignidad. Además hace un llamado a vivir como hermanos.
Expresó que “algunos consideran justamente esta encíclica un modo para sanar el mundo“, y subrayó también las alternativas y pistas para la búsqueda de soluciones a las problemáticas planteadas.
Desde su opinión, esta carta ofrece una mirada seria sobre la sociedad que enfrenta hoy este tiempo de pandemia, “una brújula en tiempos de crisis”.