Aportar algunas pistas que puedan ayudar en la construcción colectiva de nuevas formas de vida ante el desafío de la crisis. Este fue el hilo conductor que ha recorrido la 67ª Jornada General que el movimiento Acción Católica Obrera (ACO) que se celebró ayer, 12 de octubre, de forma telemática a causa de las restricciones provocadas por la pandemia del Covid-19. ‘Abrir caminos de esperanza e inclusión en tiempos de pandemia’, fue el título de la ponencia de la religiosa, teóloga y activista Pepa Torres.
- DOCUMENTO: Texto íntegro de la encíclica ‘Fratelli Tutti’ del papa Francisco (PDF)
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
En primer lugar, Torres hizo un análisis de la realidad actual a partir de los dos últimos informes Foessa, apuntando diversos riesgos como la crisis ecológica y la económica de 2008 no resuelta, la naturalización de la desigualdad y la exclusión, el individualismo posesivo o la desafección política e institucional, entre otros. “Un desafío urgente que nos plantea esta situación es la necesidad de elegir entre una sociedad utilitaria y otra en la que tengan cabida y centralidad las iniciativas y experiencias de vinculación colectiva y cuidado comunitario”, dijo la religiosa.
Asimismo, y haciendo referencia a la crisis del coronavirus, apuntó que “la forma más eficaz de luchar contra la pandemia es combatir la desigualdad sistémica y la explotación depredadora del planeta y las especies”. “Esto requiere”, continuó, refiriéndose a las palabras de la teóloga Emma Martínez Ocaña, “un cambio de conciencia por el que hay que apostar desde un trabajo socioeducativo imprescindible que haga posible un nuevo éxodo mental y cordial”.
Un futuro digno y decente
En el manifiesto que ACO ha preparado para este curso, titulado ‘Ya queda menos para la luz’, la organización subraya que “en nuestro ser cristiano y obrero nos sentimos llamados a ser personas comprometidas a pesar del miedo, la incertidumbre y la fragilidad”.
“Necesitamos recuperar la alegría y el impulso, a ser con otras personas”, apunta el documento. “Queremos un futuro digno y decente donde se ponga en el centro la persona y el cuidado del planeta. Queremos ser portadores del Reino de Dios y de la Buena Nueva”.