“Debemos volver a poner la dignidad humana en el centro, y sobre ese pilar construir las estructuras sociales alternativas que necesitamos”. Con estas palabras el ex ministro socialista Miguel Ángel Moratinos ponía en el centro del debate la tercera encíclica del papa Francisco, ‘Fratelli Tutti’, en el Foro Interreligioso del G20, que dio comienzo ayer, 13 de octubre, y se extenderá hasta el próximo día 17.
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Así, tal como recoge Crux, Moratinos se encuentra participando en el Foro organizado por Arabia Saudí –de forma virtual debido a la pandemia del Covid-19– en calidad de Alto Representante de Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones, cargo que ejerce desde enero de 2019. Junto a él, participan en la reunión el cardenal sevillamo Miguel Ángel Ayuso Guixot, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, el patriarca Bartolomé de Constantinopla, distintos representantes de las Naciones Unidas, el Centro de Diálogo Internacional (KAICIID), la Organización de Cooperación Islámica; la Liga Musulmana Mundial y la Comisión Europea.
El próximo mes de noviembre, los líderes del G20 se reunirán en Riad para discutir distintos aspectos de cooperación económica internacional. “Por supuesto”, apuntó Moratinos durante su intervención, los líderes de los países del G20 “abordarán los problemas de desigualdad de género y cambio climático”, pero la recomendación “esencial” que los líderes religiosos pueden dar a las políticas “es sobre ética y espiritualidad, ambas necesarias hoy, cuando el mundo está en crisis”.
Consuelo y esperanza
“Mucho antes de que naciera la ONU”, continuó el político, “las diferentes religiones adoptaron la noción de igualdad de derechos para todos los seres humanos”. “En ese sentido, no fue una sorpresa que desde la pandemia, hayamos sido testigos de cómo las organizaciones religiosas y sus líderes han encarnado el principio de no dejar a nadie atrás y luchar por la justicia social, contribuyendo a movilizar recursos y apoyar a los más necesitados”, aseveró Moratinos.
“Los actores religiosos tienen un historial de estar en primera línea cuando las crisis golpean”, añadió, subrayando que, “en crisis que cambian la vida, cuando las personas están desesperadas y desarraigadas de sus vidas, la fe a menudo ha sido su ancla y el lugar al que recurren en busca de consuelo y esperanza”.
Por su parte, el cardenal Ayuso apuntó que está en manos de los creyentes de las diferentes tradiciones religiosas ofrecer “valiosas contribuciones a la fraternidad universal dondequiera que se encuentren”. Citando tambié la encíclica del Papa, dijo que “las voces de los poderosos y los expertos” no deberían ser las únicas que se escuchen en el debate público. “Es necesario dejar espacio para las reflexiones nacidas de tradiciones religiosas que son depositarias de siglos de experiencia y sabiduría”, aseveró el purpurado.
Asimismo, dijo que, para abordar el “momento muy oscuro” por el que atraviesa la humanidad debido a la pandemia del coronavirus, se necesitan “soluciones adecuadas” que den respuesta a los problemas de “nuestra vida existencial, con la familia humana uniéndose en un espíritu de amistad, proponiendo respuestas a problemas comunes”. En este sentido, “los líderes religiosos deben ser un contagio de esperanza”.