“El objetivo de garantizar el acceso a la alimentación no se puede solventar con ayudas descoordinadas, puntuales, puramente asistenciales o de emergencia. Son necesarias medidas políticas estructurales, planificadas y con dotación económica adecuada que permitan una nueva comprensión del problema. Y todo ello con una buena dosis de creatividad y solidaridad. En una sociedad como la nuestra, no podemos permitirnos dar pasos atrás”. Así lo reclama Cáritas en el Día Mundial de la Alimentación que se celebra hoy, y que es “un momento óptimo para tomar conciencia de las causas estructurales que impiden a miles de familias en nuestro país acceder de forma plena a este derecho, al que la actual pandemia viene a añadir nuevas dificultades”.
Para Cáritas son necesarias cuatro claves para dignificar la respuesta a esta necesidad:
- Dignidad: no puede ser que estemos respondiendo a este problema de la misma manera que en décadas atrás. Es necesario apoyarse en el reconocimiento de la dignidad de cada persona y favorecer que cada familia pueda ir a la compra como lo hacemos cualquiera de nosotros, sin estigmas.
- Autonomía y libertad: que cada quien pueda consumir según su presupuesto, hábitos, religión, etc., y pueda decidir lo que necesita comprar y donde desea hacerlo. Las tarjetas solidarias desarrolladas por numerosas Cáritas Diocesanas son una buena práctica parta avanzar hacia ese objetivo.
- Inclusión: que los más pequeños de la casa vean el ejercicio de hacer la compra o alimentarse como un acto cotidiano en igualdad de condiciones que lo hacen sus compañeros. De la misma manera que, por distintos motivos, vamos a comprar ropa a una tienda de ModaRe —dando una segunda oportunidad a ropa que de otra manera quedaría en un contenedor—, podamos adquirir productos alimentarios en tiendas abiertas y no, como hasta ahora, que disponemos de espacios solo dedicados a población vulnerable, lo que supone cierto riesgo de segregación social.
- Sostenibilidad: partiendo de nuestra responsabilidad personal y colectiva con la crisis climática y medioambiental actual, queremos tender puentes con otras entidades sociales, el sector empresarial y las Administraciones públicas para abordar la urgente gestión del despilfarro alimentario. Este nuevo movimiento en aras del aprovechamiento alimentario puede ser cauce para la incorporación sociolaboral, después de un proceso de formación, de jóvenes que no han tenido oportunidades en el ámbito académico, personas adultas que se han quedado descolgadas del mundo laboral o población migrante con dificultades de integración a quienes el mercado no les ofrece oportunidades.
Hábitos alimenticios menos saludables
Como ya alertaba la entidad eclesial hace meses, hay un incremento del 77% en el número de demandas de emergencia recibidas por el conjunto de la red confederal de Cáritas en toda España y de un 57% en el de personas atendidas. Así, el 45,1% familias en situación de exclusión se han visto obligadas a reducir los gastos en alimentación y el 63,6% han reducido su gasto en vestido y calzado.
“Esta grave realidad conlleva un cambio de hábitos alimenticios, donde no quedan garantizados los estándares nutricionales ni en cantidad ni en calidad. Es lo que sucede, por ejemplo, con el consumo de productos frescos, que quedan en segundo plano, como verduras, frutas, carnes y pescado, o sus sustitutos en estos últimos casos para dietas vegetarianas; a ello se añade menor posibilidad de cocinar y calentar la comida, etc. En resumen, el 27,1% de familias en situación de exclusión no llevan una dieta adecuada por problemas económicos”, pone sobre la mesa Cáritas.