El equipo de curas villeros mostró preocupación por el robo violento e intimidación que sufrió el P. Nicolás Angelotti, que trabaja pastoralmente en el barrio San Petesburgo, del Gran Buenos Aires. “Si nos tocan al tano, nos tocan a todos”, dijeron.
Expresaron que, como curas, tienen la gracia de vivir entre los pobres y acompañar la vida de los vecinos. Por eso, este hecho los toca a todos. La tarea pastoral tiene una fuerte resonancia social y forma parte de la misión de la Iglesia que obra con amor, animar a las comunidades y colabora para que estas sean protagonistas de su propio desarrollo humano.
Confirmaron que hechos como este “perjudican a nuestra gente que, de esta manera, sufre una vez más su situación de exclusión, desamparo y vulnerabilidad”.
Pidieron el esclarecimiento de este delito y que no ocurran más este tipo de atropellos, al tiempo que ratificaron su compromiso en favor de “la sagrada dignidad de toda hija e hijo de Dios”.
Desde el mes de julio se vienen realizando toma de tierras en distintos partidos del conurbano bonaerense, y a raíz de diversos eventos que se dieron en los barrios, el obispo de San Justo emitió un comunicado con algunas precisiones sobre el tema.
Eduardo García afirmó que si bien este hecho se mira desde distintos enfoques, “lo cierto es que no tiene un único protagonista, sino que convergen distintas realidades”. En lo concreto, existe una situación de hacinamiento en muchos de nuestros barrios populares.
A partir de la pandemia, la situación se agravó por la imposibilidad de muchas familias del pagar un alquiler. Muchas de ellas ahora se encuentran en la calle. Junto a la necesidad de vivienda digna y la ociosidad de ciertos terrenos convertidos en basurales y espacios de delito, convive el negocio de las mafias de las tierras.
Otro factor es “la lucha por el dominio del territorio desde las mafias instaladas con el robo, desde el negocio de los narcos, desde el posicionamiento de sectores”, que impiden la entrada a los barrios y paralizan el desarrollo de quienes luchan por una vida mejor.
“La necesidad, el miedo y la manipulación hacen de nuestra gente soldaditos de un oscuro ejército o esclavos para sobrevivir”, ratificó García. Y continuó: “Fuimos testigos de bloqueos violentos de calles con incendio de gomas y amenazas ante la iniciativa de hacer una sala de primeros auxilios o un comedor y guardería para el beneficio de un mayor número de vecinos”.
En relación al hecho que tuvo como protagonista al cura villero, el obispo de San Justo expresó que, frente a las distintas versiones periodísticas, siente la responsabilidad de hacer algunas aclaraciones:
García consideró también que la acción de los curas en las barriadas está molestando a los que quieren seguir sometiendo delictivamente y desde otros intereses.
El prelado bonaerense ratificó el compromiso de continuar el trabajo de la tríada de las T: Techo – Tierra – Trabajo, en sintonía con el llamado del Papa Francisco. Y apuestan al desafío de las 3 C: Colegio – Club – Capilla, que contrarresta el triste destino de Calle – Cárcel – Cementerio.
La tarea pastoral que se realiza en la diócesis tiene un rasgo propositivo y firme:
“Repudiamos este hecho, dice García, como tantos otros que atentan contra el digno desarrollo y crecimiento de nuestra gente”. Cree que tiene que ser investigado, no como un hecho aislado sino dentro de un marco de prevención y cuidado de nuestra población.
Finalmente, asevera: “Queremos que nuestros barrios no vivan desde el miedo y la servidumbre que paralizan toda posibilidad de una vida buena, sino que trabajamos para que, como hijos de Dios e hijos de este suelo, ‘tengan Vida y Vida en abundancia’”.