Congregados en Roma bajo el “espíritu de Asís”, y “espiritualmente unidos a los creyentes de todo el mundo y a las mujeres y a los hombres de buena voluntad”, los líderes de las principales confesiones cristianas y las distintas religiones mundiales se han unido esta tarde para rezar juntos por la paz en el encuentro promovido por la Comunidad de Sant’Egidio bajo el título ‘Nadie se salva solo. Paz y Fraternidad’.
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“Hemos recordado las heridas de la humanidad, tenemos en el corazón la oración silenciosa de tantas personas que sufren, frecuentemente sin nombre y sin voz“, han expresado en su llamamiento por la paz, que se ha pronunciado en la plaza del Campidoglio. “Nos comprometemos a vivir y a proponer solemnemente a los responsables de los Estados y a los ciudadanos del mundo este llamamiento a la paz”, subraya el texto.
La elección de este lugar para hacer el encuentro no ha sido casual. De hecho, como se ha recordado, “en esta plaza del Campidoglio, poco después del mayor conflicto bélico que la historia recuerde, las naciones que se habían enfrentado estipularon un pacto, fundado sobre un sueño de unidad, que posteriormente se llevó a cabo: la Europa unida”. “Hoy, en este tiempo de desorientación, golpeados por las consecuencias de la pandemia de Covid-19, que amenaza la paz aumentando las desigualdades y los miedos, decimos con fuerza: nadie puede salvarse solo, ningún pueblo, nadie“, afirman las religiones.
Un mundo globalizado
Por eso, los líderes religiosos del mundo se han unido para subrayar que las guerras y la paz, las pandemias y el cuidado de la salud, el hambre y el acceso al alimento, el calentamiento global y la sostenibilidad del desarrollo, los desplazamientos de las poblaciones, la eliminación del peligro nuclear y la reducción de las desigualdades “no afectan únicamente a cada nación”. Y es que, en este mundo globalizado pero que “frecuentemente pierde el sentido de la fraternidad”, todos “somos hermanas y hermanos”.
“Recemos al Altísimo para que, después de este tiempo de prueba, no haya más un ‘los otros’, sino un gran ‘nosotros’ rico de diversidad”, han exclamado. “Es tiempo de soñar de nuevo, con valentía, que la paz es posible, que la paz es necesaria, que un mundo sin guerras no es una utopía. Por eso queremos decir una vez más: ¡Nunca más la guerra!”.
Unir fuerzas por la paz
“Antes de que sea demasiado tarde, queremos recordar a todos que la guerra deja siempre el mundo peor de como lo había encontrado”, han matizado en el llamamiento. “La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad”. Por ello, los líderes religiosos han requerido a los gobernantes de todo el mundo que “rechacen el lenguaje de la división, que está sostenida frecuentemente por sentimientos de miedo y de desconfianza, y para que no se emprendan caminos de retroceso”. Asimismo, ha animado a “mirar juntos a las víctimas” de los muchos conflictos todavía abiertos.
“A los responsables de los Estados les decimos: trabajemos juntos por una nueva arquitectura de la paz”, subrayan, animando a “unir las fuerzas por la vida, la salud, la educación y la paz”. “Ha llegado el momento de utilizar los recursos empleados en producir armas cada vez más destructivas, promotoras de muerte, para elegir la vida, curar la humanidad y nuestra casa común”, añaden. Y, para los líderes religiosos, lo primordial es comenzar por “objetivos alcanzables”, siendo el primero de ellos el unir esfuerzos “para contener la difusión del virus hasta que tengamos una vacuna que sea idónea e accesible a todos”.
“A todos los creyentes, a las mujeres y a los hombres de buena voluntad, les decimos: seamos con creatividad artesanos de la paz, construyamos amistad social, hagamos nuestra la cultura del diálogo”, han subrayado, recordando que “el diálogo leal, perseverante y valiente es el antídoto contra la desconfianza, la división y la violencia”.
Por último, se ha recordado que “nadie puede sentirse que debe lavarse las manos. Somos todos corresponsables”, porque “todos necesitamos perdonar y ser perdonados”. Y es que “las injusticias del mundo y de la historia se sanan no con el odio y la venganza, sino con el diálogo y el perdón”.