El Papa en el ángelus: “Mientras haya un hermano a quien le cerremos el corazón, estaremos lejos de ser discípulos de Jesús”

El Papa en el ángelus: “Mientras haya un hermano a quien le cerremos el corazón, estaremos

El papa Francisco ha presidido, un domingo más, desde la ventana del despacho papal del Palacio Apostólico la oración mariana del ángelus con los fieles reunidos –dejando la preceptiva distancia de seguridad– en la Plaza de San Pedro en una nublada mañana romana. Una oración que ha cerrado con el anuncio de la creación de 13 nuevos cardenales.



El amor a Dios en el prójimo

Comentando el evangelio del domingo sobre el mandamiento más importantes (cf. Mt 22,34-40), el Papa destaca cómo Jesús toma distancia de la disputa legalistas para “establecer dos piedras angulares esenciales para los creyentes de todos los tiempos. La primera es que la vida moral y religiosa no puede reducirse a una obediencia ansiosa y forzada, sino que debe tener como principio el amor. La segunda es que el amor debe tender juntos e inseparablemente hacia Dios y el prójimo”

“Esta es una de las principales novedades de la enseñanza de Jesús y nos hace comprender que no es verdadero amor a Dios lo que no se expresa en el amor al prójimo; y, del mismo modo, no es verdadero amor al prójimo lo que no se extrae de la relación con Dios”, sentenció Bergoglio. “Todos los preceptos que el Señor ha dado a su pueblo deben ser puestos en relación con el amor de Dios y del prójimo”, añadió.

Para Francisco, “todos los mandamientos sirven para implementar y expresar ese doble e indivisible amor. El amor a Dios se expresa sobre todo en la oración, especialmente en la adoración. Y el amor al prójimo, que también se llama caridad fraternal, está hecho de cercanía, de escucha, de compartir, de cuidar de los demás”.

La fuente del amor

“Jesús nos ayuda a ir a la fuente viva y efusiva del Amor. Esta fuente es el mismo Dios, para ser amado totalmente en una comunión que nada ni nadie puede romper. La comunión, que es un don que se debe invocar todos los días, pero también un compromiso personal para que nuestra vida no se deje esclavizar por los ídolos del mundo”, destacó el Papa.

“La evaluación de nuestro camino de conversión y santidad está siempre en el amor al prójimo. Mientras haya un hermano o hermana a quien le cerremos el corazón, estaremos lejos de ser discípulos como Jesús nos pide”, sentenció. “Pero su divina misericordia no nos permite desanimarnos, al contrario, nos llama a empezar de nuevo cada día para vivir el Evangelio con coherencia”, concluyó Francisco.

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