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Ramón Almansa: “En este tiempo de incertidumbre, en Entreculturas conocemos 230.087 historias de esperanza”





En el momento más difícil, ante una pandemia que tiene a millones de personas de todo el mundo sufriendo sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales, Entreculturas abraza a muchas de ellas, especialmente a las más golpeadas, y les ofrece una gran luz de esperanza: una educación inclusiva, integral y de calidad que puede ser la clave para un futuro con muchas más oportunidades.



Y es que, como lamenta la entidad jesuita en la memoria memoria anual que acaba de presentar, “la crisis educativa causada por el Covid-19 puede significar un retroceso de 30 años en los avances logrados a nivel mundial”. Frente a ello, “Entreculturas tiene claro que no se puede dejar a nadie atrás y que en el centro de su intervención está la idea de trabajar para extender la protección más allá de los muros, para promover cambios globales a través de la educación; cambios dirigidos a extender la empatía, a crear escuelas que sean refugio para la vida”.

No hay planeta B

Una respuesta que se encarna en los datos: en 2019, la organización socio-educativa de la Compañía de Jesús impulsó 192 proyectos en 38 países, con un total de 230.087 personas acompañadas”. Un esfuerzo en el que ha sido esencial el compromiso de todos los que apoyan a Entreculturas, desde los donantes hasta los voluntarios. Toda una familia que no ha olvidado esta premisa en un tiempo marcado por una crisis global: “La pandemia nos ha hecho conscientes de que no hay planeta B, no hay vida B, y de que nuestro destino está unido al del resto de la humanidad. El momento es ahora y solo es posible de la mano y con la fuerza de las millones de personas con las que trabajamos para destruir la categoría de ‘descartados’, tal y como denuncia con tanta energía el papa Francisco”.

En este sentido, la ONG jesuita agradece que en 2019 pudo ingresar 19.833.301 euros; un gran aporte que, en su gran mayoría (78,5%), se destinó íntegra y directamente a proyectos de cooperación, teniendo mucha presencia en contextos marcados por la violencia, la pobreza o la crisis medioambiental en África, Asia y América Latina.

Gestión eficaz y austera

En segundo lugar, “con el objetivo de incidir en las causas que originan la desigualdad mundial, Entreculturas ha dedicado 2.068.878 euros a actividades de sensibilización e incidencia pública, lo que ha supuesto un 10,4% del total”. Finalmente, “los fondos dedicados a gastos de captación y de administración, 2.214.598 euros, han supuesto un 11,1% respecto al total”; cifra que “garantiza una gestión eficaz y austera”.

En cuanto a su acción en España, Entreculturas cuenta con 27 delegaciones en España, sumando a sus 727 voluntarios “una base social de más de 19.574 personas que han avalado y legitimado su labor”. De hecho, el 63,9% de lo recaudado proviene de “ingresos privados, particulares, herencias, empresas e instituciones”; mientras que el 36,1% restante llega de “los ingresos públicos” resultantes del compromiso social de “la Administración estatal, autonómica y local, así como de la Unión Europea”.

La hora de la igualdad

En cuanto a su compromiso con la promoción de una “educación transformadora” hacia el compromiso con una “ciudadanía global”, Entreculturas ha trabajado en 2019 “junto a 776 centros, 758 docentes y 5.824 jóvenes en nuestros programas educativos en España”. Bajo el lema ‘Es la hora de la igualdad’, “nuestros proyectos educativos y de incidencia pusieron el foco en la inequidad que afecta a niñas, adolescentes y mujeres”.

En conversación con Vida Nueva, Ramón Almansa, director ejecutivo de Entreculturas, repasa los datos de memoria y es claro con lo que destaca de los mismos: “Me quedo con las microhistorias, con las 230.087 historias personales de aquellos a los que hemos podido acompañar”. Y es que, “en un tiempo como este, de tanta incertidumbre y desesperanza, alegra mucho comprobar que hay historias de transformación y esperanza, de personas que han recuperado su dignidad y se han puesto en pie”.

Más allá de la transparencia

“Cada año –rememora–, al hacerla memoria de actividades, me quedo con este doble sentido: por un lado, es necesario publicar lo que hacemos por transparencia, para que sepan lo que hacemos quienes nos dan su tiempo y su dinero; por otro lado, es una alegría poner rostro y nombre a estas historias de esperanza”.

En este sentido, recuerda con mucho cariño “a Kim, la joven guatemalteca que protagonizó la campaña con Rozalén. Pude volver a encontrarla en mi último viaje a Guatemala, justo antes de que nos confinaran, y me siguen impresionando su alegría y su fuerza; pudo seguir estudiando en un momento complicado, gracias a recibir las clases por radio, y mantiene vivo su sueño de ser periodista y devolver en otros lo que ha recibido”.

La clave: no haber parado

Por eso, Almansa valora lo que a su juicio es lo mejor del año: “Es el hecho de no haber parado. Pese a la crisis global impuesta por el Covid-19, hemos podido mantener nuestra acción con socios locales como Fe y Alegría o el SJR y hemos seguido al lado de los olvidados y descartados… En este tiempo, está la tentación de que cada uno vaya a la suya, empezando por los países; por eso es tan importante testimoniar que es posible seguir apostando por la educación como un espacio seguro y en el que se garanticen cosas básicas como la seguridad alimentaria de los chicos”.

De ahí que desde Entreculturas enfaticen tanto una idea esencial: “La emergencia educativa… Algo que va más allá de que no haya clases presenciales durante un tiempo. Está en riesgo, verdaderamente, que 24 millones de niños no vuelvan jamás a la escuela. Hablamos de generaciones enteras que se quedarían descolgadas”.

La Agenda 2030 como pilar

Una realidad de la que, por cierto, han advertido al Ministerio de Asuntos Exteriores al organizar la respuesta internacional en plena pandemia: “Insistimos mucho en que las consecuencias van más allá de lo sanitario y lo económico. A nivel social, es urgente apoyar a las comunidades para que se siga manteniendo el derecho a la educación, lo que va más allá del aula. La Agenda 2030 no puede ser un paréntesis; hay que retomarla y, aún más si cabe. Ha de ser nuestra hoja de ruta”.

Ante la constatación de que “hay una generación en la cuerda floja”, es fundamental que “no caigamos en la tentación de dejar la cooperación internacional en un segundo plano. Ahora que se está trabajando en la elaboración de los presupuestos, hay que reivindicar esto más que nunca. Ni los gobiernos ni la ciudadanía pueden mirar hacia otro lado ante la desigualdad”.

Ámbito de protección

Algo que debe tener su eco en el ámbito educativo, “pues la escuela es un ámbito de protección para millones de niños que a veces tienen en sus propios hogares amenazas como el matrimonio infantil o los abusos. La educación va más allá de lo puramente académico; se trata de formar a personas, empezando porque estén más seguras. Es el momento de actuar, cada vida cuenta”.

A nivel personal, Almansa concluye valorando lo que supone en su vida formar parte de la familia Entreculturas: “Es una gracia de Dios. Vivo como una vocación el poder ayudar a construir un mundo más justo, por lo que es una suerte hacerlo desde el servicio y con un equipo maravilloso. Gracias a ellos puedo colaborar en lo que Dios nos pide: la construcción del Reino. Además, en un momento como este, de convulsión, crispación y auge de los populismos, es algo contracultural poder defender valores como la ciudadanía, la solidaridad o la defensa del bien común; principios que están también en el Evangelio y a los que con tanta fuerza nos llama el papa Francisco”.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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