“Benedicto XVI para mí es padre y hermano, por carta le escribo ‘filial y fraternalmente’. Lo visito a menudo en el monasterio Mater Ecclesiae y si recientemente lo veo un poco menos es solo porque no quiero cansarlo. La relación es muy buena, muy buena, estamos de acuerdo en qué hacer. Benedicto XVI es un buen hombre, es santidad hecha persona. No hay problemas entre nosotros, entonces todos pueden decir y pensar lo que quieran. Creo que incluso lograron decir que nos peleamos por qué tumba me pertenecía y cuál a él”. Así de clara se expresa el papa Francisco sobre su relación con el papa emérito en una entrevista a Gian Marco Chiocci para la agencia italiana Adnkronos.
“Al comienzo de mi pontificado fui a ver a Benedicto XVI. Mientras pasaba las órdenes me dio una caja grande y me dijo: ‘Aquí están las actas con las situaciones más difíciles, llegué hasta aquí, intervine en esta situación, empujé a esta gente y ahora… te toca a ti’. Aquí no he hecho más que recoger su testigo, continué su obra”, continúa el Pontífice.
El Papa se ha sentado nuevamente con un periodista en una entrevista en la que han reflexionado sobre la corrupción vaticana tras el escándalo del caso Becciu, pese a que no lo nombran en ningún momento. “Lamentablemente, la corrupción es una historia cíclica, se repite, luego viene alguien a limpiar y ordenar, pero luego vuelve a empezar esperando que venga alguien más y ponga fin a esta degeneración”, explica.
Y continúa: “La Iglesia siempre ha sido una casta meretriz, una pecadora. Digamos mejor: una parte de ella, porque la gran mayoría va en dirección contraria, sigue el camino correcto. Pero es innegable que personalidades de diversa índole y profundidad, eclesiásticos y muchos falsos laicos amigos de la Iglesia, han contribuido a disipar el patrimonio móvil e inmóvil no del Vaticano sino de los fieles”. “Mi abuela, que no era teóloga, siempre nos decía a los niños que el diablo entra por los bolsillos. Tenía razón”, añade.
El Papa contó a Chiocci una anécdota del día que murió Juan Pablo II. Bergoglio decía misa en una villa de Buenos Aires, en ella pidió orar por el Papa fallecido. “Después de la celebración, una mujer muy pobre se me acercó, me pidió información sobre cómo elegir al Papa, le hablé del humo blanco, los cardenales, el cónclave… Ella me interrumpió y me dijo: ‘Escuche Bergoglio, cuando se convierta en Papa recuerde primero comprar un perro’. Le respondí que difícilmente me convertiría en uno y, de ser así, ¿por qué tendría que llevarme al perro? ‘Porque cada vez que tengas que comer, dale primero un trocito, si está bien, sigue comiendo'”. “Evidentemente, fue una exageración. Pero esto da cuenta de la idea que tiene el pueblo de Dios, el pobre entre los más pobres del mundo, de la Casa del Señor, que esta atravesada por profundas heridas, contiendas internas y desfalcos”, reconoce.
Sobre si se siente solo en su lucha contra la corrupción, Francisco reflexiona así: “¿Si estoy solo? Lo pensé. Y llegué a la conclusión de que hay dos niveles de soledad: se puede decir que me siento solo porque los que deben colaborar no colaboran, porque quienes deben ensuciar sus manos por otros no lo hacen, porque no siguen mi línea o algo así, y esto es una soledad digamos… funcional. Luego hay una soledad sustancial, que yo no siento, porque he encontrado mucha gente que se arriesga por mí, su vida está en juego, luchan con convicción porque saben que estamos en lo correcto y que el camino recorrido, a pesar de mil obstáculos y resistencias naturales, es el correcto”.
En el mismo sentido, el Papa agrega: “Sé que tengo que hacerlo, fui llamado para hacerlo, entonces el Señor dirá si lo hice bien o mal. Honestamente, no soy muy optimista –sonríe– pero confío en Dios y en los hombres fieles a Dios”. “No creo que pueda haber una sola persona, dentro y fuera de aquí, que se oponga a erradicar la mala planta de la corrupción”, continuó.
El periodista de Adnkronos le pregunta si tiene miedo. “¿Y por qué debería tenerlo? No temo consecuencias contra mí, no temo nada, actúo en nombre de nuestro Señor. ¿Soy un inconsciente? ¿Me falta un poco de prudencia? No sé qué decir, el instinto y el Espíritu Santo me guía. Y luego oro, oro mucho, todos nosotros en este momento difícil debemos orar mucho por lo que está pasando en el mundo”, advierte.
Sobre las habladurías sobre su sucesor, reconoce que no le preocupan. “Yo también pienso en lo que pasará después de mí, soy el primero en hablar de ello. Recientemente me sometí a exámenes médicos de rutina, los médicos me dijeron que uno de estos se podía hacer cada cinco años o cada año, se inclinaban hacia el quinquenio. Yo dije que lo hagamos año tras año, nunca se sabe”, afirma con una sonrisa.
En relación a las críticas a su pontificado también responde. “No diría la verdad, y haría mal a su inteligencia, si le dijera que las críticas te dejan bien. A nadie le gustan, especialmente cuando le dan una bofetada, cuando duelen si se habla de mala fe y con malicia. Con igual convicción, sin embargo, digo que la crítica puede ser constructiva, y luego lo tomo todo porque la crítica lleva a examinarme a mí mismo, para hacer un examen de conciencia, para preguntarme si me equivoqué, dónde y por qué me equivoqué, si lo hice bien, si hice mal, si podría hacerlo mejor. El Papa escucha todas las críticas y luego ejercita el discernimiento, comprendiendo qué es bueno y qué no. Ciertamente no puedo dejarme llevar por todo lo poco positivo que escriben sobre el Papa”, subraya.