El cardenal arzobispo emérito de Douala, Christian Wiyghan Tumi fue secuestrado ayer en Nso, región Noroeste de mayoría anglófona escenario desde hace tres años de un conflicto que enfrenta al Gobierno camerunés con grupos armados separatistas, según informa el diario Journal du Camerún y recoge Europa Press.
Junto al purpurado, principal defensor del diálogo para la resolución de la crisis, fue capturado cuando regresaban de visitar al sultán de los Bamuns el rey Fon de Nso, una autoridad moral tradicional, y otras 11 personas, según La Croix.
Pese a que algunos medios locales han informado de su liberación, el arzobispo de Douala, Samuel Kleda, mantiene que sigue en manos de los secuestradores, como informaba esta misma mañana Vatican News –medio oficial del Vaticano–.
El prefecto del departamento ha confirmado a la emisora RFI el secuestro. Los medios locales han responsabilizado a los separatistas anglófonos del rapto y, de hecho, las fuentes consultadas por Actu Cameroun apuntan a un grupo liderado por el ‘general’ Chamao. Así, Elie Smith, estrecho colaborador del cardenal, pudo comunicarse telefónicamente con los secuestradores y confirmar este dato.
Según los medios locales, el Ejército camerunés ha lanzado ya una operación para dar con el paradero de los dos secuestrados. El secuestro se produjo el mismo día que el funeral de los ocho niños asesinados en un ataque contra una escuela en Kumba el pasado 24 de octubre. El acto estuvo presidido por el primer ministro del país, Joseph Dion Nguté. Además, durante la jornada del jueves fueron liberados once profesores que habían sido secuestrados en Kumbo el martes por separatistas.
Lo que en 2016 empezaron siendo protestas pacíficas de los habitantes de las regiones Noroeste y Suroeste, otrora colonias británicas pero que decidieron unirse al Camerún francés, por su supuesta marginación por parte del Gobierno central, derivó en una dura represión a raíz de la autoproclamación de la independencia de Ambazonia el 1 de octubre de 2017.
Desde entonces, los grupos armados han proliferado y el apoyo a los separatistas, hasta entonces bastante marginal, se ha visto acrecentado. El Gobierno ha respondido mediante una dura represión, durante la que las organizaciones de Derechos Humanos, han acusado a las fuerzas de seguridad de cometer atrocidades.