Mientras personalidades de todo el mundo siguen felicitando a Joe Biden por haber ganado las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos también lo ha hecho. Su presidente, José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles, ha emitido una declaración en la que felicita Biden, que será el segundo presidente católico de la historia del país, por su victoria y destierra toda sospecha de fraude en el proceso electoral.



Unidad y diálogo

“Damos gracias a Dios por la bendición de la libertad. El pueblo estadounidense ha hablado en esta elección. Ahora es el momento de que nuestros líderes se reúnan con espíritu de unidad nacional y se dispongan a dialogar y a comprometerse por el bienestar común”, comienza declarando el prelado. Por ello, señala que “como católicos y estadounidenses, nuestras prioridades y misión son claras”. “Creo que en este momento de la historia de Estados Unidos, los católicos tienen el deber especial de ser pacificadores, promover la fraternidad y la confianza mutua y orar por un espíritu renovado de verdadero patriotismo en nuestro país”, añade.

Para el arzobispo “la democracia requiere que todos nosotros nos comportemos como personas virtuosas y autodisciplinarias”, lo que “requiere que respetemos la libre expresión de opiniones y que nos tratemos los unos a los otros con caridad y civismo, aunque podamos estar profundamente en desacuerdo en nuestros debates sobre cuestiones de leyes y políticas públicas”, señala.

Un católico en la Casa Blanca

Refiriéndose a Biden, lo “reconocen” como ganador de la lecciones: “Felicitamos al Sr. Biden y reconocemos que se une al difunto presidente John F. Kennedy como el segundo presidente de Estados Unidos en profesar la fe católica. También felicitamos a la Senadora Kamala D. Harris, de California, quien se convierte en la primera mujer en la historia en ser elegida como vicepresidenta”.

“Le pedimos a la Santísima Virgen María, patrona de esta gran nación, que interceda por nosotros. Que ella nos ayude a trabajar juntos para cumplir la hermosa visión de los misioneros y fundadores de Estados Unidos: una nación bajo Dios, donde se defiende la santidad de cada vida humana y se garantiza la libertad de conciencia y religión”, concluye.

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