Hace ahora 10 años, el 7 de noviembre de 2010, el papa Benedicto XVI, tras la consagración de la basílica de la Sagrada Familia de Antonio Gaudí, visitaba las instalaciones de la “más que centenaria Obra Benéfico-Social del Nen Déu”, cuyos proyectos, más allá del centro médico, atienden, fundamentalmente, a personas con discapacidad. “En estos momentos, en que muchos hogares afrontan serias dificultades económicas, los discípulos de Cristo hemos de multiplicar los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, mostrando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana”, decía entonces el Papa emérito.
Benedicto XVI acudió a la sede de la Fundación Nen Déu en Passeig Maragall esquina Ronda Guinardó de Barcelona. Entonces, centenares de personas pudieron saludar al pontífice que reclamó que “es imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y la dignidad humana, de manera que los que padecen enfermedades y discapacidades puedan recibir siempre aquel amor atenciones que les hagan sentirse valorados como personas en sus necesidades concretas”.
Entre quienes saludó entonces está Miquel Redondo, una de la 245 personas con discapacidad intelectual a las que Nen Déu ofrece educación, asistencia y atención especializada. Trabaja en el Taller Ocupacional Virgen de la Alegría y no ha olvidado esta visita tan especial.
Redondo se acuerda perfectamente cómo el Papa venía “de Roma” a saludar a los muchachos y sus familias. Él rememora cómo había “mucha gente” que quería ver al papa Benedicto. El joven se sintió “muy feliz” al poder ver de cerca al Santo Padre y poder saludarle. Miquel Redondo recuerda perfectamente que Benedicto, además de saludarle y darle la mano, le “acarició la cara”. Él estaba ese día con su madre.
Desde entonces, Redondo ha aprendido a “trabajar mucho” en el taller ocupacional. Una experiencia que también le ha ayudado a ver el valor del “compartir” ya que se siente cercano de sus compañero, algo que expresa tocándose el corazón, ya que todos “son felices y se quieren mucho”.
“Queridos niños y jóvenes, me despido de vosotros dando gracias a Dios por vuestras vidas, tan preciosas a sus ojos, y asegurándoos que ocupáis un lugar muy importante en el corazón del Papa. Rezo por vosotros todos los días y os ruego que me ayudéis con vuestra oración a cumplir con fidelidad la misión que Cristo me ha encomendado. No me olvido tampoco de orar por los que están al servicio de los que sufren, trabajando incansablemente para que las personas con discapacidades puedan ocupar su justo lugar en la sociedad y no sean marginadas a causa de sus limitaciones”, decía en su despedida el pontífice.
Ahora, 10 años después, lo anunciaba el propio cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, una residencia para atención de familiares que llevará el nombre de Benedicto XVI se sumará a los proyectos de la fundación tras haberse puesto la primera piedra en aquella visita. Además, pensando en los donantes, por cada 30 euros de donativo a la fundación, Nen Déu entregará un regalo conmemorativo de esta visita del pontífice a Barcelona. Un recordatorio preparado y montado en el Taller Ocupacional.