El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, ha salido al paso de los ataques recibidos por la Generalitat de Cataluña, que primero autorizó la beatificación de Joan Roig el sábado en la Sagrada Familia y ahora cuestiona su celebración.
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“A veces no acertamos a hacer las cosas bastante bien, pero lo hicimos con responsabilidad y tomando todas las medidas de sanidad”, ha explicado el presidente de la Conferencia Episcopal en una entrevista a Merced Raga, periodista de Radio Estel. Omella ha certificado que ni tan siquiera se llegó al 30% del aforo permitido. “Habríamos podido llegar a casi 900 personas, mientras que sólo fuimos su 588 . Cuando miramos las fotos, vemos que había mucha distancia entre los feligreses, muchos espacios vacíos”, detalla, además de confirmar que se trataba de una basílica “muy ventilada”-ç
Desconcierto púrpura
El purpurado ha confesado sentirse “sorprendido” y “desconcertado” por la polémica, pues la celebración estaba prevista desde hace un año. Aun así, la eucaristía se ha adaptado a las “medidas indicadas por el Departamento de Salud de la Generalitat”. Durante la entrevista, Omella explicita cada una de las gestiones que se realizaron tanto con el Ejecutivo regional como con el Ayuntamiento, desvelando incluso que “con la consejera de Salud contactamos el sábado para WhatsApp y domingo hablé con la consejera de Justicia”. “Sabían que haríamos esta celebración y nadie dijo nada, absolutamente nada”, ha subrayado.
Aun así, el cardenal ha pedido “perdón por la herida que haya podido generar en tanta gente, cuando, de hecho, nosotros estamos al lado de toda la gente que sufre en este tiempo de pandemia”.
Mesa de trabajo
Tras el dislate generado, Omella ha propuesto crear “una mesa de trabajo conjunta la sociedad civil y el gobierno” para llegar a “medidas consensuadas” que cuente “con la participación de técnicos, políticos, médicos y el conjunto de la sociedad civil”. De hecho, el próximo 22 de noviembre podría generarse un nuevo desencuentro puesto que tiene lugar la ordenación episcopal de Javier Vilanova, nuevo obispo auxiliar de Barcelona
“La Iglesia no es enemiga de la sociedad, al contrario, está al servicio de la gente y es muy sensible al sufrimiento de las personas que no tienen trabajo, no tienen dinero, no pueden viajar, ni salir”, subraya el cardenal.
Ante la amenaza del Gobierno catalán de sumar, a las limitaciones del 30 por ciento del aforo, una restricción de cien personas sea cual sea la superficie del templo, Omella considera que “marcar un número concreto de asistentes no es la mejor solución, porque no es lo mismo celebrar la misa en una iglesia pequeña que en la Sagrada Familia, la catedral o Santa María de Mar”.