El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, reivindicó esta mañana que “la respuesta a la pandemia es doble: hay que encontrar la cura, pero también hay que combatir la injusticia social y la marginación”. El vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española presidió la eucaristía en la catedral de Nuestra Señora de la Almudena, con motivo de la festividad de la patrona de la capital madrileña. La pandemia impidió tanto la tradicional procesión con la talla de la Virgen como la ofrenda floral y la celebración de la misa en la Plaza Mayor de Madrid. El aforo en el interior fue de 480 personas.
Junto a Osoro, concelebraron el cardenal emérito de Madrid, Antonio María Rouco y el nuncio Bernardito Auza. En el altar, también se encontraban el cardenal castrense, Juan del Río, así como los obispos auxiliares de Madrid y los obispos de la provincia eclesiástica, Ginés García Beltrán y Juan Antonio Reig Pla.
Al frente de la representación institucional, se encontraba el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que renovó el voto de la Villa a su patrona. Junto a él, la vicealcaldesa, Begoña Villacís. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso, decidió no asistir puesto que una persona cercana a ella ha dado positivo por coronavirus. Sí estuvieron en el templo el vicepresidente regional, Ignacio Aguado, y los portavoces de los grupos municipales en el Consistorio, Pepu Hernández , Rita Maestre y Javier Ortega Smith.
En la homilía, el purpurado recordó que a los presentes que para contrarrestar a la pandemia sanitaria, social y económica “hay una elección que no puede faltar: la opción preferencial por los pobres, que no es una opción política ni ideológica, ni de partidos, sino que es la opción que está en el centro del Evangelio, en el centro del anuncio de Jesús”.
“De esta crisis debemos salir mejores; tenemos la ocasión para construir algo diferente”, animó el purpurado, que llamó a edificar una nueva sociedad desde “el principio de la dignidad de la persona, del bien común, de la opción preferencial por los pobres, del destino universal de los bienes, de solidaridad, de subsidiariedad, del cuidado de nuestra casa común…”.
“La pandemia ha sacado a flote otras patologías sociales más amplias como la visión distorsionada de la persona, que muy a menudo ignora su dignidad y su relacionalidad, o la mirada que tenemos hacia los otros como objetos para usar y descartar”, lamentó el cardenal. Así, las llegó a calificar de “miradas ciegas que fomentan una cultura del descarte individualista y agresiva, que transforma al ser humano en un bien de consumo”.
Osoro citó la nueva encíclica social “que el Papa Francisco nos acaba de regalar a la humanidad, Fratelli tutti” para lanzar un desafío a quienes estaban presentes en el templo: “Somos llamados a hacer renacer un deseo mundial de fraternidad y de respeto a la vida. Mirémonos unos a otros. Abramos nuestra vida a todos y a todos los momentos de la vida del ser humano. No somos dueños; no seamos solamente consumidores o espectadores”.
“La COVID-19 ha dejado al descubierto nuestras falsas seguridades; seamos humildes para reconocerlo”, apuntó. Como alternativa, presentó a la Virgen María como aquella que “nos está invitando a conocer la dignidad de cada persona desde el inicio de la vida hasta la muerte”. “A una sociedad se la conoce, entre otras cosas, por cómo acoge, respeta y cuida a los niños y a los ancianos. María nos enseña a no provocar descartes. Hagamos posible el nosotros”, añadió.
“Cuando llegué a Madrid como arzobispo os invitaba a vivir así: ‘Entre todos, con todos y para todos’”, compartió al final de su alocución que concluyó invitando a todos a ser “líderes en dar esperanza que mira más allá de la comodidad personal y abrámonos a los grandes ideales que hacen la vida más bella y digna”.
Al finalizar la eucaristía, en la explanada de la catedral tuvo lugar un acto final con una oración a la patrona.