El papa Francisco ha recibido en una audiencia privada al sacerdote italiano Pierluigi Maccalli. Misionero de la Sociedad de Misiones Africanas, fue liberado el pasado 8 de octubre después de dos años de prisión entre Níger y Mali. Le dio las “gracias por haber rezado por mí, junto con la Iglesia, y luego en el Ángelus del Día Mundial de los Misioneros cuando pidió un aplauso a la plaza por mi liberación”, confiesa en una entrevista a los medios vaticanos.
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Tiempo de reconciliación
“El Santo Padre estuvo muy atento, me escuchó con mucha atención”, señala el sacerdote que está preocupado “especialmente por las comunidades a las que iba y que ahora están sin presencia misionera y sin sacerdote desde hace más de dos años”. “Le di las gracias y me respondió: ‘Nosotros te apoyamos a ti, pero tú apoyaste a la Iglesia’. No tuve palabras ante esto: yo, un pequeño misionero y él que me hablaba así… realmente no tengo palabras”, relata emocionado.
“Las lágrimas fueron mi pan durante muchos días y han sido mi oración cuando no sabía qué decir. Incluso me lo escribí un día. Leí en una historia rabínica que Dios cuenta el número de lágrimas de las mujeres y le dije: Señor, quién sabe si incluso cuentas las de los hombres. Te las ofrezco en oración para regar esa tierra árida de la misión, pero también la tierra árida de los corazones que sienten odio causando guerra y violencia. Y luego se va a lo esencial en el desierto”, recuerda al rememorar los días de su secuestro. “Lo que cuenta es el ‘shalom’, el perdón y la hermandad, y como misionero me siento aún más animado a ser testigo de la paz, la hermandad y el perdón, hoy y siempre”, concluye.