Después de tres años de debates a puerta cerrada, la Iglesia de Inglaterra debatirá de forma oficial la posibilidad de matrimonios entre dos personas del mismo sexo en el próximo Sínodo General, que debe celebrar en el 2022. Una aceptación que iría unido al cambio de doctrina sobre lo pecaminoso de las conductas sexuales gays. Lo han anunciado los obispos que han pedido perdón por el “daño y perjuicio” que hayan podido causar a la comunidad LGTB.
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Estos prelados han admitido que “el discurso de la verdad, la santidad y el discipulado se ha esgrimido con dureza” y por ello anunciaron la decisión de la incorporación de esta cuestión en el sínodo. Un grupo coordinado por el obispo de Londres, Sarah Mullally, ideará un “camino a seguir por la Iglesia en relación con la identidad humana, la sexualidad, las relaciones y el matrimonio”, recoge la prensa británica.
Un proceso largo
Los anglicanos recuerdan bien el Sínodo General de 1987 cuando la asamblea estaba dividida ante un posible cambio de la doctrina sobre lo pecaminoso del sexo entre dos personas homosexuales. Entonces confirmaron la enseñanza de que invitar a las parejas civiles a ser “amistades de abstinencia sexual”. Algo que se fue ratificando en las siguientes asambleas. El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, ya intentó una reforma similar en 2017. Su propuesta para bendecir a las parejas homosexuales, sin llegar a hablar de matrimonio, fue tumbada en el Sínodo.
Con la aprobación civil del matrimonio entre personas del mismo sexo, ahora “hay algunos que sienten que esta doctrina del matrimonio está madura para el desarrollo”, destaca el obispo de Coventry, Christopher Cocksworth, que ha participado en la edición de un libro de 480 páginas titulado ‘Vivir en el amor y la fe’, con películas, podcasts y cursos de educación para explorar el tema. El Sínodo tiene la facultad de promulgar normas jurídicamente vinculantes, pero sus deliberaciones son largas. Podrían significar que los primeros matrimonios entre personas del mismo sexo de la Iglesia de Inglaterra se celebrarían en 2025. El proceso recuerda a muchos la ordenación de mujeres que se debatió durante décadas y que no ha sido asumido en diferentes parroquias tradicionales que solo admiten a sacerdotes varones.
