“La Vida Consagrada ha estado siempre a la vanguardia de la tarea educativa. En todas las épocas han surgido distintos carismas que, por don de Dios, han sabido acomodarse a las necesidades y desafíos de cada tiempo y lugar. Hoy la Iglesia los llama a renovar ese propósito desde la propia identidad, y les agradezco que hayan tomado este testigo con tanto empeño y entusiasmo. Porque, en este momento histórico, la Vida Consagrada debe ser una parte esencial del Pacto Educativo Global”. Así lo explica el papa Francisco en una carta dirigida al superior general de los Escolapios, el español Pedro Aguado, con motivo del evento online que celebran desde hoy hasta el sábado, con el respaldo de la Unión de Superiores Generales y la Unión Internacional de Superioras Generales, sobre el desafío de la reconstrucción del Pacto Educativo Global.
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El Papa, tras poner de ejemplo de educador a San José de Calasanz, ha hecho alusión en su misiva a los siete compromisos esenciales del Pacto Educativo Global:
- Poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza, su singularidad y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que la rodea, rechazando esos estilos de vida que favorecen la difusión de la cultura del descarte.
- Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona.
- Fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación.
- Tener a la familia como primera e indispensable educadora.
- Educar y educarnos para acoger, abriéndonos a los más vulnerables y marginados.
- Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.
- Salvaguardar y cultivar nuestra Casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular.
Centrarse, acoger e implicar
Para luego sintetizarlos en tres líneas de acción concreta:
- Centrarse: “Valorizar a la persona hace de la educación un medio para que nuestros niños y jóvenes puedan crecer y madurar, adquiriendo las capacidades y los recursos necesarios para construir juntos un futuro de justicia y de paz. Es imprescindible que el objetivo no se pierda de vista y se disipe en los medios, en los proyectos y en las estructuras. Trabajamos para las personas, son ellas las que forman las sociedades, y estas las que estructuran una única humanidad, llamada por Dios a ser su Pueblo de elección”, ha dicho.
- Acoger: “La acogida supone ponerse a la escucha del otro, de los destinatarios de nuestro servicio, los niños y los jóvenes. Implica que los padres, alumnos y autoridades —principales agentes de la educación— presten oído a otro tipo de sonidos, que no son simplemente los de nuestro círculo educativo. Eso evitará que se cierren en su propia autorreferencialidad y hará que se abran al grito que brota de todo hombre y de la creación. Se necesita incentivar a nuestros niños y jóvenes para que aprendan a relacionarse, a trabajar en grupo, a tener una actitud empática que rechace la cultura del descarte. Asimismo, es importante que aprendan a salvaguardar nuestra Casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, en el respeto de los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular”, ha explicado.
- Implicar: “La actitud de escucha, definida en todos estos compromisos, no puede entenderse como un mero oír y olvidarse, sino que tiene que ser una plataforma que permita que todos se comprometan activamente en esta labor educativa, cada uno desde su especificidad y responsabilidad. Implicar e implicarnos supone trabajar por dar a los niños y jóvenes la posibilidad de ver este mundo que les dejamos en herencia con un ojo crítico, capaz de entender los problemas en el ámbito de la economía, la política, el crecimiento y el progreso, y de plantear soluciones que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral”, ha concluido.