El pasado 11 de noviembre, en el marco de la CIX Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), los obispos presenciaron de manera virtual el foro temático ‘El Pacto Educativo Global y la situación educativa de nuestro país, con atención particular frente a la pandemia’.
El foro tuvo como moderador al sacerdote Eduardo J. Corral Merino, secretario de la Dimensión de Pastoral Educativa y de Cultura de la CEM, quien explicó así el objetivo del encuentro virtual.
“Nuestro objetivo es conocer y reflexionar sobre el Pacto Educativo Global del Santo Padre Francisco, así como la situación de la comunidad educativa formal y no formal ante la situación de nuestro país, particularmente en este tiempo de pandemia, donde el cambio de época se manifiesta con todo su realismo”.
En un primer momento, Enrique Díaz, obispo de Irapuato y responsable de la Dimensión de Pastoral Educativa y de Cultura de la CEM, agradeció a los obispos y público en general su presencia virtual y reflexionó en torno al Pacto Educativo Global del Papa”.
En el Pacto –dijo- el Papa señala que la humanidad “debe centrarse en la educación como el único camino para transitar a una humanidad restaurada y verdaderamente fraterna. Nos invita a ver en nuestra responsabilidad de formar a una nueva generación, el único referente viable para reconciliar nuestros esfuerzos de manera objetiva y global”.
Consideró que el Pacto, “que a la vez se manifiesta atrevido, también es muy sobrio y con una profundidad espiritual del Santo Padre Francisco, quien no quiere ruidos ni agitaciones, sino tocar el corazón para despertar el discernimiento y la capacidad de juicio, que susciten una conversión personal y pastoral en cada uno de nosotros”.
Para el obispo Díaz, el Pacto tampoco se “limita a proponer, solamente, precipitadas líneas de trabajo, sino sobre todo, un nuevo pensar y sentir para darle cabida a los otros en nuestra vida, caminar con ellos para restaurar y redirigir nuestra humanidad. Ello requiere de un proceso educativo y ahí debemos concentrarnos”.
Al concluir su participación, compartió lo que la Dimensión Episcopal que encabeza ha realizado en torno al Pacto Educativo Global. “Hemos tenido distintos encuentros, para empezar a transmitir y promover este Pacto Educativo, en diferentes niveles, desde reuniones de obispos a nivel Provincia, Congregaciones Religiosas, y por supuesto, con aquellas diócesis que así lo han solicitado”.
De igual modo, señaló que este trienio se han integrado más de 20 responsables diocesanos nuevos, “gracias a la diligencia” de los obispos, “así como de los distintos esfuerzos que hemos emprendido, entre ellos: las Escuelas de Perdón y Reconciliación (por cierto les comento que tenemos ya una primera generación conformada por 4 grupos de 20 personas cada uno, con la participación de representantes de 14 Provincias y 25 Diócesis); las 60 transmisiones de “Diálogos por la Esperanza”, que han sido muy bien recibidas y comentadas; el programa de Primera Infancia que tenemos en la Arquidiócesis de Guadalajara, entre otras iniciativas”.
El obispo hizo un llamado a “encomendarse al iniciar esta aventura de apostar por la educación. El Espíritu, a través del papa Francisco y su rico Magisterio, sin duda ha soplado y es responsabilidad nuestra responder a él, a la comunidad y a nuestra misión de evangelizar y educar”.
En el foro participó también el sacerdote Mario Ángel Flores Ramos, rector de la Universidad Pontificia de México, quien dio un panorama teológico y pastoral del referido Pacto.
Detalló que el antecedente inmediato a lo que está proponiendo el papa Francisco se encuentra en el magisterio de Benedicto XVI. “Él hablaba con la agudeza que le ha caracterizado de la emergencia educativa en la que nos encontramos”.
El papa Benedicto –explicó- “pone el acento en la urgencia con la que debemos atender esta realidad ya que nos encontramos ante dos problemáticas de fondo, por una parte, la dificultad para transmitir los valores fundamentales de la existencia a las nuevas generaciones, ya que hemos perdido la capacidad de comunicarnos con los más los jóvenes y de transmitirles la riqueza de la auténtica tradición cristiana”.
Mario Ángel Flores señaló que la respuesta al Pacto Educativo Global conlleva un proceso de asimilación gradual y lento, que no se mueve por criterios cuantitativos, acumulativos y acelerados, sino por el espacio y el tiempo de la conciencia, por la comprensión de los signos de los tiempos, pero sobre todo por la espiritualidad de la escucha, “exigencia fundamental de la sinodalidad que nos hace atentos a la voz del Espíritu”.
Aclaró que no se trata simplemente de firmar algún documento, sino que la intención del Papa es crear conciencia dentro y fuera de la Iglesia “para hacernos cargo de la gran tarea de humanizar este mundo a través de la educación que para nosotros es evangelizar y para el mundo dejarse interpelar por la Luz de Cristo resucitado”.
Por su parte, David Eduardo Calderón, presidente de la asociación civil Mexicanos Primero, consideró que lo que necesita la educación en México no es otra reforma sino el planteamiento que hace el Papa de un itinerario, un camino, “no va a haber un cambio en la educación; es un itinerario, no una serie de asignaturas ni metodologías”.
Se trata –dijo- de construir una cultura, “es la imposibilidad y el sentido positivo de separar la evangelización de la cultura y la cultura de la evangelización; no hay manera de educar auténticamente si no hay un anuncio, de una buena noticia; no se puede educar si no es evangelizando y no se puede evangelizar si no es educando”.
El foro también contó con la participación del doctor Juan Martín López, de la Universidad Popular Autónoma de Puebla, quien habló de los desafíos educativos en los ámbitos ecológico, antropológico, epistemológico, ético, social, tecnológico y de gestión.
Y del hermano marista José Sánchez Bravo, presidente de la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM), quien habló de los elementos esperanzadores de las escuelas católicas, sus retos y sus prioridades.
Sánchez Bravo se refirió a la situación educativa de las escuelas particulares católicas en el país en torno a las cuales –dijo- “hay una percepción social de que cada vez más son gestionadas como una empresa, que sirve como instrumento de las fuerzas más conservadoras de nuestro país o que no ayuda a la comunión eclesial”.