El papa Francisco ha reivindicado unas “mínimas medidas de protección contra el Covid-19”. Entre ellas, ha exigido a las autoridades públicas que faciliten “techo seguro donde poder cumplir el distanciamiento social, agua, recursos sanitarios para higienizarse y desinfectar los ambientes, trabajo estable que garantice el acceso a los beneficios”. Así lo ha expresado en un video mensaje que ha dirigido a los participantes en el seminario virtual ‘América Latina: Iglesia, papa Francisco y los escenarios de la pandemia’. Organizado por la Pontificia Comisión de América Latina, entre hoy y mañana, el encuentro congrega a diversos expertos que analizan la situación de pandemia del Covid-19 en el continente de origen del Pontífice.
“¿Todos tienen techo seguro? ¿Todos tienen acceso al agua? ¿Tienen recursos para higienizarse y desinfectar los ambientes? ¿Tienen trabajo estable?”, se preguntó Francisco, que no dudó en denunciar cómo la pandemia hizo aún más visible nuestras vulnerabilidades preexistentes”.
El Papa aclaró también que cuando él se refiere a “los más excluidos” no alude de forma despectiva a “dar la limosna a los más excluidos, o como un gesto de beneficencia, no, sino como clave hermenéutica”. “De allá tenemos que empezar, de toda periferia humana, de toda, si no empezamos de allá nos vamos a equivocar. Y esta quizás es la primera depuración del pensamiento que tenemos que hacer”, explicó.
“La pandemia del Covid amplificó y puso en mayor evidencia los problemas y las injusticias socio-económicos que ya afectaban gravemente a Latinoamérica toda y con mayor dureza a los más pobres”, aseveró el Papa en su alocución. En la misma línea, denunció cómo “el ecosistema” se encuentra en “serio peligro por los incendios forestales que destruyen extensas zonas como el pantanal, la amazonia, que son el pulmón de América Latina y del mundo”.
Por ello, reclamó “atención solidaria y propuestas creativas para alivianar el peso de la crisis”. “El pan llega a todos y sobra”, explicó, a la vez que pidió “retomar la conciencia de nuestra pertenencia común”. “El virus nos recuerda que la mejor forma de cuidarnos es aprendiendo a cuidar y proteger a los que tenemos al lado: conciencia de barrio, conciencia de pueblo, conciencia de región, conciencia de Casa Común”, añadió.
Con la mirada puesta en los gobernantes latinoamericanos, les instó a “rehabilitar la política” desde “el arte del encuentro y no propiciar ni avalar o utilizar mecanismos que hagan de la grave crisis una herramienta de carácter electoral o social”. A los políticos también les pidió que orienten “las legítimas diferencias en la búsqueda de soluciones viables para nuestros pueblos”.
Con ironía dejó caer que “en América Latina, tenemos una habilidad muy grande para progresar en el desprestigio del otro”. “¿Quién paga ese proceso de desprestigio?”, se preguntó, para afirmar que “lo paga el pueblo, progresamos en el desprestigio del otro a costa de los más pobres, a costa del pueblo”.
A partir de ahí, defendió la urgencia de liderar al “servicio al bien común”. “Todos conocemos las dinámicas de la corrupción que va por este lado”, advirtió, no solo mirando a las autoridades públicas sino también a “los hombres y mujeres de Iglesia; porque las internas eclesiásticas son una verdadera lepra que enferma y mata el Evangelio”.
“Pidámosle a la Guadalupana que nuestra tierra latinoamericana no se desmadre, es decir: que no pierda la memoria de su madre”, concluyó Jorge Mario Bergoglio.