El efecto de la pandemia del Covid-19 y los desafíos que ha traído para la Iglesia en América Latina ha sido el tema de la intervención del presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Miguel Cabrejos Vidarte, durante el Seminario Virtual ‘América Latina: Iglesia, papa Francisco y escenarios de la pandemia’ que inició este 19 de noviembre, una iniciativa conjunta de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales (PASS) y el propio CELAM.
Al retomar las palabras y las orientaciones del Papa y sus orientaciones desde el inicio de la crisis global, Cabrejos señaló que “nos necesitamos los unos a los otros pues estamos en la misma barca”. En efecto, “esta situación ha permitido a la comunidad internacional tomar conciencia sobre la necesidad de garantizar la salud como un bien público social de alcance universal“.
La opción por los pobres “implícita en la fe cristológica”, como dijo Benedicto XVI en la inauguración de la Conferencia de Aparecida, está en la base de las acciones pastorales de la Iglesia latinoamericana y caribeña durante la pandemia, y “es uno de los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia”, como recordó el arzobispo de Trujillo al referirse también al magisterio el papa Francisco en Fratelli Tutti, Laudato Si’ y Evangelii Gaudium.
Particularmente, el presidente del CELAM se refirió a diversas realidades que interpelan al continente y que han puesto en evidencia “las consecuencias de una estructura histórica y desigual que muestra innumerables vulnerabilidades en toda la región”.
Se hace necesario “garantizar alimentos y medicinas de calidad para la población, en especial para las poblaciones más vulnerables que corren el riesgo de pasar hambre y no tener el suministro de oxígeno medicinal necesario”. Pero también “la pandemia está afectando y afectará más gravemente a las personas desempleadas, a los pequeños empresarios y a quienes trabajan en la economía popular y solidaria, así como a la población de adultos mayores, a las personas con discapacidad, a los privados de libertad, a los niños y niñas y a las amas de casa, estudiantes y migrantes”, subrayó Cabrejos.
No es menos preocupante la situación de “desabastecimiento y la mínima disponibilidad de recursos económicos para la obtención de equipos de bioseguridad“, lo mismos que “el insuficiente número de agentes públicos de salud y de redes de protección”.
Para la Iglesia en América Latina, todo esto ha representado un llamado a la responsabilidad y a la creatividad para mitigar los problemas sociales y económicos agudizados por la pandemia. Iniciativas como la realización de campañas de donación de alimentos, kits de higiene, provisión de oxígeno medicinal, se han sumado a los esfuerzos comunicativos de sensibilización e información para el cuidado y la defensa de la vida.
También la Iglesia participa al lo largo y ancho del continente en comisiones de emergencia y realiza asesorías en el ejercicio de derechos, apoyo a albergues y programas de ‘agua limpia’ a través de purificadores.
Asimismo la Iglesia ofrece asesoría virtual en salud espiritual y mental, “un servicio muy importante para atender como Jesús a las personas en cuerpo y alma, es decir integralmente”, matizó Miguel Cabrejos.
Atendiendo al llamado del Papa a “ser una Iglesia constructora de paz fundada en la justicia, una Iglesia en salida y misionera, en conversión permanente y sinodal, promoviendo el protagonismo del laicado para manifestar la presencia del Reino de Dios en nuestra sociedad”, el presidente del CELAM subrayó el papel que están cumpliendo las parroquias, las congregaciones religiosas, las Cáritas (Pastorales Sociales) de las jurisdicciones eclesiásticas, para llegar a los más necesitados, muchas veces en alianza con Organizaciones No Gubernamentales.
En estos tiempos de crisis, es imperativo cuidar de los semejantes, hacerse “verdaderamente prójimo con quien está golpeado al lado del camino”, insistió Miguel Cabrejos, he hizo un llamado a “promover una alianza entre ciencia, ética y política, cuya base sea un nuevo pacto por la vida tal como lo plantean los Obispos del Brasil, expresada en un sistema político no ‘autorreferencial’, sino verdaderamente al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables”.
El CELAM, por su parte, está dispuesto a continuar asumiendo la dimensión social del Evangelio, “promoviendo la fraternidad, la solidaridad y el cuidado de la Casa Común en estos difíciles momentos que viven los países”. Para ello, “se vienen concretizando acciones solidarias con los migrantes y las personas en ‘situación de calle’ que son los más expuestos, pero también es urgente atender la situación de hermanos y hermanas que están perdiendo sus trabajos y cuya gran mayoría viven el día a día”.
“Toda esta realidad, nos impulsa a urgir a que los Gobiernos comprendan la inseparabilidad entre medidas de contención de la pandemia y la política de salud pública esencial para todos, en especial para los más pobres”, continuó el presidente del CELAM. “Es en el reconocimiento de la salud integral como bien público social y universal para la protección de la vida y considerando que la salida de la pandemia requiere la producción y distribución en gran escala de vacunas para todos”.
A la espera de la llegada de la vacuna, el CELAM pide que se gestionen programas masivos de vacunación, “por lo que sería necesaria una plataforma colaborativa de acción y coordinación logística de acción territorial a través de las Conferencias Episcopales“, propuso Cabrejos.
La Iglesia latinoamericana está comprometida con la propuesta del Pacto Mundial por la salud pública del Papa Francisco. En este sentido también ha enviado una carta abierta a los líderes y gobernantes de América Latina y El Caribe en la que “invoca, para toda la población, la distribución de las vacunas de calidad comprobada a través de estrategias de comunicación trasparentes, cuidando la calidad de los productos, tanto en su diseño biotecnológico, como en su producción y en el proceso de distribución”.