“Es necesario idear modelos económicos nuevos, más inclusivos y equitativos, destinados no a servir a unos pocos, sino a beneficiar a la sociedad en su conjunto. Esto requiere pasar de una economía líquida a una economía social, supone pasar de una economía basada en los ingresos, aprovechando la especulación y los préstamos, a una economía que invierte en las personas creando puestos de trabajo y formando”. Así se ha expresado el cardenal Peter Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, en su discurso de apertura del encuentro online ‘La economía de Francisco’, que se celebra hasta el sábado.
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El evento, que el Covid-19 impidió que se celebrara en marzo como estaba programado, ha congregado a jóvenes de todo el mundo que “buscan ayudar al papa Francisco, a la Iglesia y al mundo imaginando y desarrollando una economía diferente, inclusiva y sostenible, que nos permita comportarnos como hermanos”, como ha recordado Turkson.
San Francisco como modelo
“No es casualidad ni coincidencia que este evento tenga lugar en Asís, la ciudad de san Francisco, que ha inspirado el nombre del actual Obispo de Roma. San Francisco es un ejemplo de amor universal para todos nuestros hermanos y hermanas. Él es una inspiración de paz y amor social, clave para nuestro mundo dividido y plagado de conflictos, y una inspiración para la apertura y la austeridad, crucial para la actual cultura consumista y de usar y tirar”, ha reconocido el cardenal ghanés.
En su opinión, “las buenas personas y las buenas empresas, que generan un buen trabajo, no son suficientes para calificar una actividad económica como buena. También necesitamos producir ‘bienes buenos’, es decir, bienes que realmente sirvan a las personas y respeten el medio ambiente. Es todo este proceso el que puede generar una ‘buena riqueza’, que va más allá del mero beneficio material, que promueve el desarrollo humano integral en el cuidado de nuestra Casa común”.