“Vienes a tu casa”, le ha recordado el ya arzobispo emérito de Zaragoza, Vicente Jiménez, como administrados apostólico al presentar a los fieles reunidos en la Basílica del Pilar al nuevo arzobispo, Carlos Manuel Escribano Subías, que ha presidido la misa estacional con la que ha dado inicio a su pontificado. Antes de comenzar la liturgia con el que arzobispo número 101 ha tomado posesión de su cátedra se han cumplido una serie de retos en la vecina catedral del Salvador, la Seo, donde Escribano ha llegado con el Nuncio, ha saludado a las autoridades municipales, al cabildo y ha realizado el juramento sobre los Santos Evangelios.
También, antes de comenzar la misa, ha rezado en la Seo a los patrones de la diócesis cesaraugustana los santos Valero y Vicente, y en la capilla de la Virgen del Pilar ha venerado el Sagrado Pilar. El nuncio, Bernardito Auza, ha transmitido a todos el “afecto del Santo Padre”, ha agradecido la labor del obispo Jiménez y le ha recordado al nuevo obispos que la diócesis “no es una Iglesia que se autocontempla” sino que vive entregada por los aragoneses como los santos “en salida” que ha dejado la diócesis desde santa Engracia a santa Genoveva Torres. Auza fue también el encargado de presentar las ‘letras apostólicas’, la bula por la que el papa Francisco nombra a Carlos Escribano como arzobispo de Zaragoza.
Tras tomas posesión de la cátedra, la ‘sede arzobispal’, recibió el saludo de una representación de la diócesis, condicionada también por el aforo reducido –a 300 personas– que por motivos sanitarios han visto reducida la presencia de asistentes en el templo. Han formado el comité de bienvenida Joaquín Aguilar, deán del Cabildo; Manuel Almor, vicario general, y Galo Oria, sacerdote más joven de la diócesis; Esteban Luzón y Paqui Querol, matrimonio delegado episcopal de Familia y Vida; sor Juana María Belzunegui, visitadora provincial de la Hijas de la Caridad, y sor Peregrina, Auxiliar Parroquial; Noelia Ventura, delegada de Pastoral Juvenil. y Jorge Gracia, seminarista.
En la celebración han estado presentes 9 arzobispos, 9 obispos, 4 obispos auxiliares, los 8 sacerdotes del colegio de consultores y diferentes autoridades de la Conferencia Episcopal Española y de la diócesis de la que procede Escribano, la de Calahorra y la Calzada-Logroño.
En su homilía, sin quitarse en ningún momento la mascarilla, el nuevo arzobispo se ha mostrado su agradecimiento por la acogida en “la que ha sido mi casa durante muchos años” en la que aprendió “a ser sacerdote” tras pasar como obispo por la diócesis de Teruel y Albarracín y la Iglesia riojana. Escribano ha destacado el testimonio de “fe recia” de los santos que la diócesis ha dado a lo largo de su fecunda historia a la Iglesia. También ha destacado el carácter mariano de la diócesis, al subrayar que la liturgia reserva para el 21 de noviembre la fiesta de la Presentación de María.
“Le doy gracias al Señor, que me permite ser custodio” del Sagrado Pilar de la Virgen, ha confesado el nuevo prelado poniendo de manifiesto su carácter aragonés. “De la mano de la Virgen del Pilar quiero comenzar mi ministerio en Zaragoza, dándole gracias, acogiéndome a su maternal protección y pidiéndole que me ayude a aprender a ser discípulo del Señor y pastor de esta iglesia diocesana”, imploró.
Recordando la tradición del encuentro de María, a las orillas del Ebro, con el apóstol Santiago, ha tratado de iluminar “los momentos de gran dificultad” que vive la Iglesia del momento, por la secularización o la “crisis” generada por la pandemia. Por ello, Escribano ha tenido un recuerdo para las víctimas del coronavirus, los que están combatiendo la enfermedad y quienes “sufren la crisis ocasionada por las consecuencias” de la pandemia. Una situación que “nos llama a buscar respuestas” y ver cómo en las circunstancias “podemos descifrar un código encriptado” para ver como pueden ser oportunidad. Ha pedido abrazar “lo novedoso de la situación” ya que “Dios se hace presente en estas circunstancias”.
La esperanza es para Escribano la virtud que debe marcar el inicio del ministerio. El obispo, ha destacado, debe potenciar los “signos de vida capaces de derrotar los gérmenes del desánimo” y “proponiendo la perspectiva del desánimo”. “No cabe la desesperanza, el Señor está”, ha reiterado afirmando que “el mejor vino está por venir”.
El nuevo arzobispo se ha mostrado dispuesto a poner a la escucha, porque la de Zaragoza es “una Iglesia en marcha”. Dirigiéndose a todos los colectivos que forman la diócesis invitó a todos a vivir la caridad a quienes viven “la actual crisis” como expresión de la fuerza de la evangelización. “Os necesito a todos, con ilusión renovada”, recalcó en su primera intervención. “Nuestra vida es misión”, subrayó. El nuevo arzobispo agradeció la presencia de autoridades y eclesiásticos, así como al obispo emérito Vicente Jiménez y al papa Francisco. también ha tenido palabras de agradecimiento para su madre y familia. “Con la ayuda del Señor Jesús, de nuestra madre la Virgen del Pilar y la intercesión de los santos, me presento ante vosotros y me pongo a vuestro servicio”, concluyó.
La celebración de la misa estacional concluyó con el canto del Himno a la Virgen del Pilar por parte de 3 solistas, siguiendo las recomendaciones sanitarias, de la Escolanía de Infantes de Nuestra Señora del Pilar. También agradeció nuevamente la presencia de todos, también de su sobrino-nieto que comenzó a llorar en ese momento.