Poeta, escritora y activista trans famosa por sus escritos sobre la comunidad LGTBI+, lo ‘queer’ y la izquierda. Es, además, ensayista, posmarxista e incendiaria. Esta madrileña de 19 años estudia en la Sorbona un doble grado en Filosofía y Filología Francesa y ha publicado ‘Reina’ (Caballo de Troya), una novela de autoficción. Amén de todo lo dicho, algunos la denominan la embajadora de la última encíclica del Papa entre la generación Z…
PREGUNTA.- Mujer, joven, lesbiana, trans, activista, escritora, proyecto de filósofa y cien cosas más… ¿Cuántas etiquetas caben en usted?
RESPUESTA.- Las etiquetas me dan igual, porque me recuerdan a la mercadotecnia y la publicidad, que son disciplinas que no me interesan demasiado. Yo existo y luego se me etiqueta, pero lo importante es lo que yo haga y cómo exista, no cómo se me etiquete desde fuera. (…)
P.- Es vista como un referente de la visibilidad trans… ¿Le molesta? ¿Condiciona su trabajo? ¿Se siente en la obligación de ser políticamente correcta con el colectivo?
R.- Ni condiciona mi trabajo ni me callo nada por ninguna supuesta corrección política: critico cualquier cosa con la que no estoy de acuerdo. No me gusta que se me catalogue como “activista” de lo trans, pero no tengo ningún problema con que se me tenga en cuenta.
P.- ¿Cómo lleva eso de ser embajadora de ‘Fratelli tutti’ entre la generación Z?
R.- Si puedo aportar mi granito de arena para extender toda una serie de valores relacionados con la solidaridad, la igualdad de oportunidades, la importancia del amor por el otro y la fraternidad frente al hiperindividualismo acrecentado por el neoliberalismo y su ausencia absoluta de compasión, estaré encantada y lo consideraré toda una suerte.
P.- ¿Qué le ha removido más de la encíclica del papa Francisco?
R.- La exigencia de un Estado presente y activo orientado por el interés y el bien común; la solidaridad y fraternidad universal que nos une al otro como fundamento de la justicia social. (…)