Esta vez, vía online, se realizó el XIX Encuentro de católicos mapuches en la arquidiócesis de Santiago que concentra el doble de población indígena que la existente en La Araucanía. Según el censo de 2017 el total de personas que se declaran mapuches en el país llega a 1.745.147, el 9,9% del total de la población. De ellos, 614.000 viven en Santiago. Por ello, la Pastoral Mapuche de la capital ocupa un lugar importante en la labor de la Iglesia.
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Con participación de laicos, laicas y religiosos el reciente encuentro permitió analizar los efectos del confinamiento sanitario provocado por la pandemia, en el contexto actual del pueblo mapuche, sin dejar de abordar también sus actuales desafíos.
Sujetos de derechos
Uno de los agentes pastorales participantes, Héctor Huenchulaf expresó sus desconfianzas respecto a las primeras informaciones de la epidemia: “Para mí fue bien complicado al principio, porque no creía en la pandemia y estábamos muy metidos en la lucha social. Pensamos que la pandemia era una forma de callarnos, pero después vimos que era verdad y empezamos a cuidarnos. Lo mejor fue que este tiempo nos ayudó a reencontrarnos y ver que lo material no tiene ningún valor”, compartió en su testimonio.
El jesuita Carlos Brescianni, quien hace más de 10 años realiza su labor pastoral en el territorio mapuche, complementa lo dicho por Huenchulaf ya que considera que el gran desafío de esta pandemia es erradicar la exclusión en el país: “En este nuevo aprendizaje, debemos entender que el país somos todos y todas, donde tengamos la oportunidad de no solo poner nuestra voz, sino ejercer nuestros derechos. El modelo de vida que se nos ha impuesto, que es un modelo de ciudad, nos ha desarraigado de la naturaleza, de la creación y nos ha hecho tratarnos como objetos, no como sujetos de derecho. Tenemos una dignidad propia y debe ser respetado por todos y todas”, dijo durante el Encuentro.
Brescianni también recordó las demandas actuales del pueblo mapuche: “lo que reclama es la incapacidad de poder decidir su futuro. Como está negado políticamente, entra en tensión con un modelo que no quiere eso”, explicó. Luego agregó que “vivimos en un tipo de país, de creencias religiosas, en donde no reconocemos nuestros derechos y eso produce racismo y profundas heridas que aún no son sanadas”.
Un conflicto no resuelto
Hace dos meses el obispo de Temuco, Héctor Vargas, entrevistado por la prensa local llamó a respetar los protocolos sanitarios y también se refirió al conflicto mapuche señalando que “es un problema histórico que no han sabido resolver los poderes del Estado”. Agregó que “siguen pasando los años y no se ha podido pagar la deuda que existe con el pueblo mapuche”.
El mismo obispo Vargas presidió el año 2016 la Comisión Asesora Presidencial para la Araucanía, constituida por la presidenta Michelle Bachelet, con sede en Temuco e integrada mayoritariamente por representantes de la región. Luego de seis meses de trabajo y más de ochenta audiencias, hizo entrega de su informe final con setenta propuestas a la Jefa de Estado.
Al asumir el Presidente Sebastián Piñera, en marzo del 2018, decidió sumar esas propuestas a lo que llamó “Plan Araucanía”, programa para ocho años recibido con esperanzas.
A fines del año 2018, los sucesos relacionados con el asesinato del mapuche Camilo Catrillanca desataron una crisis que, sumada a otros hechos graves, afectó la credibilidad del Gobierno y del Estado en el manejo del tema indígena. El mismo obispo Vargas ha dicho que este es esencialmente un tema político, y que por ello se resuelve políticamente.
En el reciente Encuentro de las Pastoral Mapuche de Santiago, estos hechos no estuvieron ausentes. Así recordó Huenchulaf el asesinato de Camilo Catrillanca: “son dos años que estamos esperando justicia. Somos un solo pueblo y no podemos olvidar lo que está pasando”.
El obispo auxiliar de Santiago, Cristian Roncagliolo, acompañó el encuentro y afirmó que “vivimos en una sociedad excluyente de los pueblos originarios” y que urge una mayor “integración”.