Vaticano

El papa Francisco establece la fiesta de Cristo Rey como nueva fecha para las JMJ diocesanas





“Justo hoy estaba prevista la entrega de la cruz por los jóvenes de Panamá a los de Lisboa. Este evocador gesto se aplaza al domingo de Cristo Rey, el próximo 22 de noviembre. A la espera de ese momento, os exhorto a vosotros, jóvenes, a cultivar y dar testimonio de la esperanza, la generosidad y la solidaridad que todos necesitamos en estos tiempos difíciles”, anunciaba el papa Francisco en el solitario ángelus del Domingo de Ramos, el 5 de abril de 2020. Así se ha cumplido esta mañana en una misa con todas las prevenciones sanitarias por el coronavirus en el Altar de la Cátedra de la basílica vaticana cuando, antes de concluir la eucaristía los jóvenes portugueses recibieron la cruz y el icono mariano que custodiarán hasta 2023 cuando se celebre la JMJ número 38.



Cristo Rey, nueva fecha para las JMJ locales

Ante esta entrega de los símbolos, el pontífice destacó que es este gesto “es un paso importante en la peregrinación que nos llevará a Lisboa en el año 2023”. “Treinta y cinco años más tarde de la creación de la JMJ, después de haber escuchado diferentes opiniones y al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, competente en la pastoral juvenil, he decidido trasladar la celebración diocesana de la JMJ del Domingo de Ramos al Domingo de Cristo Rey, a partir del próximo año”, anunció Francisco.

Para el Papa, “en el centro permanece el Misterio de Jesucristo Redentor del hombre, como siempre evidenció san Juan Pablo II, iniciador y patrono de la JMJ”.  “Queridos jóvenes: ¡Griten con sus vidas que Cristo vive y reina! ¡Si ustedes callan, las piedras gritarán!”, concluyó.

Entrega de la cruz y el icono de la JMJ a los jóvenes de Lisboa (Portugal) por parte de los de Panamá.

¿Dónde está Jesús?

En la homilía, comentando el discurso del juicio universal (cf. Mt 25,37-40), Bergolgio ha destacado que “nos entrega el Señor la lista de los dones que desea para las bodas eternas con nosotros en el Cielo. Son las obras de misericordia, que transforman nuestra vida en eternidad”. “Cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Las pongo en práctica? ¿Hago algo por quien lo necesita? ¿O hago el bien sólo a los seres queridos y a los amigos? ¿Ayudo al que no me puede devolver? ¿Soy amigo de un pobre?”, interpeló.

“Yo estoy ahí, donde el pensamiento dominante —según el cual la vida va bien si me va bien a mí— no muestra interés. Yo estoy ahí, dice Jesús también a ti, joven que buscas realizar los sueños de la vida”, apuntó.

Poniendo el ejemplo de la conversión de san Marín de Tours, destacó que “era un joven que tuvo aquel sueño porque lo había vivido, aun sin saberlo, como los justos del Evangelio”. “No renunciemos a los sueños grandes. No nos contentemos con lo que es debido. El Señor no quiere que recortemos los horizontes, no nos quiere aparcados al margen de la vida, sino en movimiento hacia metas altas, con alegría y audacia”, reclamó.

“No estamos hechos para soñar con las vacaciones o el fin de semana, sino para realizar los sueños de Dios en este mundo. Él nos ha hecho capaces de soñar para abrazar la belleza de la vida”, prosiguió el Papa invitando a practicar las obras de misericordia. “Si tienes sueños de gloria verdadera, no de la gloria del mundo que va y viene, sino de la gloria de Dios, este es el camino. Porque las obras de misericordia dan gloria a Dios más que cualquier otra cosa”, añadió.

Momento de elegir

“La vida es el tiempo de las decisiones firmes, fundamentales, eternas. Elecciones banales conducen a una vida banal, elecciones grandes hacen grande la vida”, prosiguió el Papa. “Si optamos por Dios nos volvemos cada día más amados y si elegimos amar nos volvemos felices. Sí, porque la belleza de las decisiones depende del amor. Jesús sabe que si vivimos cerrados e indiferentes nos quedamos paralizados, pero si nos gastamos por los demás nos hacemos libres”, añadió

Superando “a menudo el miedo, la inseguridad, los porqués sin respuesta”, Francisco ha destacado que “el amor nos pide que vayamos más allá, que no nos quedemos sujetos a los porqués de la vida, esperando que llegue una respuesta del Cielo. No, el amor nos impulsa a pasar de los porqués al para quién, del por qué vivo al para quién vivo, del por qué me pasa esto al para quién puedo hacer el bien”

Entre los obstáculos ante este tipo de decisiones, el Papa también destacó “la fiebre del consumo”, “la obsesión por la diversión”, la “fijación en la reclamación de los propios derechos, olvidando el deber de ayudar” y, añadió, “la gran ilusión sobre el amor, que parece algo que hay que vivir a fuerza de emociones, cuando amar es sobre todo: don, elección y sacrificio”. Para el pontífice, “elegir, especialmente hoy, es no dejarse domesticar por la homogeneización, es no dejarse anestesiar por los mecanismos de consumo que desactivan la originalidad, es saber renunciar al aparentar y al mostrarse. Elegir la vida es luchar contra la mentalidad del usar y tirar y del todo y rápido, para conducir la existencia hacia la meta del Cielo, hacia los sueños de Dios. Muchas elecciones surgen cada día en el corazón”.

Por todo ello, Francisco ha concluido su homilía invitando a los jóvenes a que pasen de preguntarse “¿qué me apetece hacer?” a “¿qué te hace bien?” “De esta búsqueda interior pueden nacer elecciones banales o elecciones de vida. Miremos a Jesús, pidámosle la valentía de elegir lo que nos hace bien, para seguir sus huellas en el camino del amor, y encontrar la alegría”, sentenció.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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