Más allá de lo aportado en las miles de páginas escritas sobre el origen de la masonería y que han nutrido tanto libros de Historia como novelas, Alberto Moreno ha puesto algo de luz en su último libro, ‘Regla Benedictina y Ritual Masónico’.
En él, este traductor albaceteño (ha traducido al castellano los siete volúmenes del texto fundamental del ‘Rito Escocés Antiguo y Aceptado Moral y Dogma’, de Albert Pike) detalla cómo el ritual masónico, surgido en el siglo XVIII, bebe directamente del siglo XII, tomando muchos principios de la Orden del Císter. Por lo que, retrocediendo aún más en la Historia, nos vamos hasta el siglo VI, cuando Benito de Nursia revolucionó el mundo monástico con la Regla Benedictina… Un fuego que llamaba a la austeridad y a la vuelta al sentido fraterno del Evangelio y que, tras apagarse durante mucho tiempo, tuvo en renacimiento con las órdenes de Cluny, primero, y luego en el Císter.
Moreno, quien también ha traducido obras de referencia del autor británico Walter Leslie Wilmshurst (como ‘El Significado de la Masonería’, ‘El Santo Arco Real de Jerusalén’, ‘La Iniciación Masónica’ o ‘Pársifal’), sostiene en su libro que fue en muchos monasterios cistercienses de Inglaterra en los que se originó el ritual masónico. Al ingresar en logias varios de los propios monjes, estos aportaron numerosos elementos esenciales de la Regla Benedictina y del propio Ritual Cisterciense.
Como ha destacado el propio autor en el programa Biblioteca Oculta, lo cierto es que “esta relación, en principio, me sorprendió mucho. Jamás imaginé que la masonería pudiese deber tanto a las órdenes monásticas. Al estudiar la Regla Benedictina, empecé a encontrarme con elementos del ritual y nuestros usos y costumbres. Al seguir investigando, me encontré con el Ritual Cisterciense, la forma práctica que tenía la Orden del Císter de interpretar la Regla Benedictina, y entonces fue cuando me di cuenta de que la mayor parte de los usos masónicos y muchas ceremonias que los masones practicamos hoy en día son, en realidad, una adaptación del Ritual Cisterciense a las necesidades de la masonería”.
En la investigación de Moreno, cómo él mismo ha agradecido, ha sido la colaboración de algunos monjes de obediencia cisterciense y benedictina, quienes facilitaron rituales específicos difíciles de conseguir más allá del propio ámbito monástico.
“La relación –concluye– entre los masones y los monasterios es mucha. No solo porque estos fueran unos de los principales clientes de los constructores, sino porque las primeras logias masónicas, constituidas por monjes conversos, se formaron en el seno de los monasterios”.