José Luis Garayoa, misionero navarro de la orden de los Agustinos Recoletos, fallecía ayer, 24 de noviembre, a causa del Covid-19. Tal como ha informado la propia congregación, Garayoa, de 67 años, estaba en El Paso (Estados Unidos), donde llevaba destinado desde 2015. Allí atendía a los migrantes latinos mientras esperaban su autorización en la frontera para entrar a Estados Unidos.
“Garayoa personificaba la entrega a los demás por Cristo, desde la alegría y la sencillez de la misión”, señalan los Agustinos Recoletos. “Él era la Evangelii Gaudium que buscaba a Dios en las periferias existenciales del mundo. Y lo encontraba”, aseveran.
Tras varios años en México y Costa Rica, el religioso recibió, en 1998, la Medalla de Oro de Navarra junto a los también misioneros Santiago Marcilla y Sagrario Larralde, en representación de los más de mil misioneros navarros que, en ese momento, se encontraban en más de 67 países del mundo. Y es que, ese mismo año, los tres religiosos habían sido secuestrados en Sierra Leona por grupos guerrilleros. Sin embargo, y a pesar de que estuvieron a punto de ejecutarles, finalmente fueron liberados.
Después de este episodio, el navarro volvió a España, para después marcharse a Nuevo México y Texas, donde trabajó con migrantes durante 4 años. En 2006 regresó a Sierra Leona, donde permaneció hasta 2015 y que supuso para él el gran desafío de luchar contra el ébola.