Refundar la economía, un reto inaplazable para los jóvenes católicos

Refundar la economía, un reto inaplazable para los jóvenes católicos

El encuentro ‘La economía de Francisco’ estaba destinado a ser uno de los grandes hitos papales de este año. Convocados 2.000 jóvenes economistas de todo el mundo para reflexionar junto al Papa en marzo en Asís, el COVID-19 impuso su retraso, celebrándose al final on-line del 19 al 21 de noviembre. Para otoño de 2021 se espera, ya sí, la celebración definitiva del encuentro presencial.



Con todo, la fuerza de lo reflexionado hace una semana sigue latente en quienes pudieron participar en la jornada. Es el caso del director de la consultora Pharaoes, Diego Luca de Tena, quien asegura a Vida Nueva que “ha quedado claro que muchos jóvenes no estamos conformes con la realidad económica actual y deseamos trabajar juntos para cambiarla. El sistema actual de mercado ha permitido un crecimiento económico considerable; sin embargo, desde un punto de vista social y medioambiental, este modelo está causando cada vez más problemas. El adoptar el mercado características cuasi-divinas acaba llevando a mucha gente y a empresas a considerar a la persona como un medio y al dinero como el fin último, empobreciendo y deshumanizando la sociedad y saboteando nuestra convivencia”.

El prójimo como rival

“De esta manera –prosigue–, se convierte al prójimo en un rival frente a los deseos propios de posesión y nos olvidamos de que este es en realidad nuestro hermano, como se nos recuerda en Fratelli tutti”. Una realidad que también afecta al “consumo de recursos naturales”, que “es muy desigual y priva a millones de personas de condiciones materiales básicas, a la vez que se agotan los recursos naturales. Si bien hay tecnologías prometedoras y hemos identificado qué comportamientos son más dañinos para nuestra casa común, hay muchísimo trabajo por hacer para revertir las tendencias actuales”.

Otro factor a tener en cuenta es “el entorno político excesivamente ideologizado y polarizado”, frente al cual “queremos trabajar juntos, poniendo nuestras capacidades y competencias a funcionar para dejar un mundo mejor a las nuevas generaciones”.

Desde la diversidad

Fernando Bonete, profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la Universidad CEU San Pablo, celebra que, con un evento como este, “la Iglesia se ha presentado como un agente de cambio efectivo para el mundo”, congregando “a Premios Nobel, líderes mundiales, destacados empresarios y jóvenes de todas las nacionalidades, sensibilidades e ideologías”. Todo para hacer frente a un reto “urgente”: la apuesta por la “fraternidad” frente “al fracaso del paradigma económico vigente”.

Algo que no se concretará con “un retoque superficial del capitalismo”, sino con reajustes hondos, como “redefinir el concepto de libertad económica para que el máximo beneficio y la máxima utilidad dejen de ser el motor económico”, siendo “el compromiso con el otro y con nuestra sociedad” el auténtico “núcleo de la actividad económica”.

Desarrollo sostenible e integral

La economista venezolana Ana Isabel Tamargo reivindica que “somos un movimiento con mucha energía y vida. Somos embajadores de un modelo diferente, un modelo en el que reconocemos que hay una interconexión entre la economía, la sociedad y el medio ambiente, por lo que buscamos un enfoque integrado: mientras combatimos la pobreza y las desigualdades, buscamos proteger la naturaleza. Es así cómo lograremos un desarrollo sostenible e integral”.

“Ante esta responsabilidad y compromiso de construir un nuevo modelo –concluye–, un nuevo estilo de vida, como nos dijo el Papa, debemos recordar que estamos conectados con el resto de la familia humana, con lo creado y con las generaciones futuras. Si bien necesitamos un marco global, también necesitamos acciones nacionales y locales en las que cada uno de nosotros busque algo más allá del beneficio económico. Necesitamos acciones personales, pequeños (y ojalá que grandes) cambios en nuestra forma de desplazarnos, de consumir, de comprar o de producir. Y todo esto no es posible sin una conversión interior. Este es el punto de partida de un modelo que está al servicio de la persona, para que forjemos juntos el bien común”.

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