El papa Francisco ha enviado hoy, 30 de noviembre, una carta a Bartolomé I, patriarca de Constantinopla, con motivo de la celebración de la festividad de san Andrés, en la que ha subrayado la necesidad de fomentar la fraternidad entre las personas por medio de las religiones. “Todas las iniciativas de las entidades nacionales e internacionales destinadas a promover la paz son útiles y necesarias, pero el conflicto y la violencia no cesarán hasta que todas las personas tengan una conciencia más profunda de que tienen una responsabilidad mutua como hermanos y hermanas”, ha apuntado Francisco.
“A la luz de esto”, continúa en la misiva, “las Iglesias cristianas, junto con otras tradiciones religiosas, tienen el deber primordial de ofrecer un ejemplo de diálogo”. La carta ha sido entregada por la delegación vaticana enviada a la solemne liturgia por la festividad de san Andrés, presidida por el patriarca. En ella, el Papa ha recordado la presencia de Bartolomeo en el encuentro internacional por la paz celebrado organizado por la Comunidad de Sant’Egidio en Roma el pasado 20 de octubre, en la que se dieron cita representantes de diversas Iglesias y tradiciones religiosas.
“Con profunda gratitud a Dios, he vivido esta fraternidad de primera mano en los diversos encuentros que hemos compartido”, afirma. En este sentido, el Papa reconoce que el deseo de “una mayor cercanía y entendimiento entre los cristianos se manifestó en el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla antes de que la Iglesia Católica y otras Iglesias entablaran un diálogo“. Esto, reconoce, se puede ver “claramente en la carta encíclica del Santo Sínodo del Patriarcado Ecuménico dirigida a las Iglesias de todo el mundo hace exactamente cien años”.
“Podemos agradecer a Dios que las relaciones entre la Iglesia católica y el Patriarcado ecuménico hayan crecido mucho durante el siglo pasado, incluso mientras seguimos anhelando el objetivo de la restauración de la plena comunión expresada a través de la participación en el mismo altar eucarístico“, dice.
Además, si bien Francisco señala que “siguen existiendo obstáculos”, reconoce que confía “en que caminando juntos en el amor mutuo y persiguiendo el diálogo teológico alcanzaremos ese objetivo”. Una esperanza que se basa en “nuestra fe común en Jesucristo, enviado por Dios Padre para reunir a todas las personas en un solo cuerpo, y la piedra angular de la única y santa Iglesia, el santo templo de Dios, en el que todos somos piedras vivas, cada uno según a nuestro propio carisma o ministerio particular otorgado por el Espíritu Santo”.