En la agenda de agosto estaba previsto un congreso nacional para conmemorar los treinta años de la fundación de Promaica, la asociación para la promoción de la mujer de la Iglesia católica angoleña. Pero el covid-19 nos obligó a posponerlo indefinidamente, lamenta Julieta Araújo, la coordinadora nacional. Promaica fue fundada en 1990 por Monseñor Óscar Braga, el visionario obispo de Benguela que falleció el 26 de mayo de 2020 a los 89 años. Si él es el padre de esta iniciativa, la madre es Rosália Nawakemba.
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Estamos en los años ochenta. Cáritas se encuentra en la fase crucial de la transición de una filosofía asistencialista a una que se dirige al ámbito del desarrollo. No dar el pez, sino enseñar a pescar. Monseñor Braga, presidente de la Cáritas angoleña, comparte esta lógica. Con un fondo de Cafod, la agencia católica de desarrollo en el extranjero, envió a dos mujeres a Kenia en 1990 para aprender un nuevo punto de vista. Una es Rosália, voluntaria en Cáritas de Benguela y profesora.
Rosália conoce a mujeres libres, capaces de transmitir de manera competente sus conocimientos y se entusiasma con el proyecto. Sabe que su obispo siempre ha soñado con mujeres así en Angola. Piensa: ¿y si crearamos un grupo pequeño? A su regreso habla con Braga que se queda maravillado por la idea. El obispo le pregunta: “¿Qué quieres que haga?”. “Haz que Teresinha venga a ayudarnos”.
La portuguesa Teresinha Tavares, del movimiento internacional de mujeres Graal, ya había estado en la Cáritas angoleña y Nawakemba la había vuelto a encontrar en Kenia, donde acompañaba a un grupo de mujeres mozambiqueñas. En Angola realizó un curso que finalizó el 23 de agosto de 1990. Será el nacimiento de Promaica, que primero se llamó Desarrollo Social Femenino, luego Promoción de la Mujer y finalmente Promaica: Promoção das mulheres angolanas na Igreja Católica.
Promaica en la Iglesia y en la sociedad
“En la Iglesia Católica” para diferenciarse de otros movimientos femeninos emergentes en el país. Funcionará sin una estructura jerárquica real hasta 2003, cuando Nawakemba se convierta en coordinadora nacional. Hoy, jubilada, es su asesora. Y se siente feliz porque lo que ella quería para las mujeres angoleñas está sucediendo, hay un nuevo liderazgo, ella sabe que “habrá continuidad”. Lo que querían Rosália y Monseñor Braga era un espacio donde las mujeres pudieran tomar conciencia de su valor en la Iglesia y en la sociedad, donde “promocionarse para promocionar” a otras personas, explica Julieta Araújo, enfermera especializada en análisis clínicos.
La mayoría de los 95.000 miembros de Promaica están activos en distintos ámbitos de la Iglesia y la sociedad. Y ya existe Promaica-jóvenes con unos 9.000 miembros. El movimiento está en las 18 diócesis angoleñas y ahora en Santo Tomé y Príncipe y en Mozambique. Su actividad se centra en la formación humana, cristiana y profesional. En la lucha contra el analfabetismo y la pobreza, problemas que casi cuarenta años de guerra han agravado, especialmente, para las mujeres.
Lucha contra la brujería
Hoy las mujeres están más instruidas, son más activas, están más unidas y tienen “un mayor sentido de participación religiosa y civil”, resume la fundadora. Todavía les hace llorar algo: la pobreza extrema de las mujeres en zonas alejadas, a pesar de su arduo trabajo. Rosália pide que la Iglesia les ayude a organizar una agricultura sostenible. ¿No es ese el trabajo del estado? “Sí, pero cuando es tarde, la Iglesia debe echar una mano”, y se puede hacer sin esperar nada de fuera, sino partiendo de los recursos y la realidad local, haciendo a estas mujeres protagonistas de su desarrollo de acuerdo con la filosofía de Promaica, indica.
En el plano espiritual, Rosália ve la necesidad de intensificar la lucha contra la brujería, aún muy presente. La brujería fue una de las cuestiones planteadas por Benedicto XVI cuando visitó Angola en 2009. El Papa mantuvo un encuentro con los movimientos de mujeres católicas. En su discurso, la expresión “heroínas silenciosas” se hizo famosa por definir a esa mujer que durante la guerra, supo defender con dignidad a la familia como santuario de la vida. La historia a menudo considera solo los logros de los hombres, –reconoció el Papa–, quien invitó a examinar hasta qué punto ciertas medidas y actitudes masculinas pueden empañar la igualdad entre hombres y mujeres, llamados a vivir en comunión y complementariedad.
Independientes de Cáritas
Rosália en ese encuentro recordó el arduo trabajo que realiza Promaica. Ante la pregunta de si están satisfechas con su papel en la Iglesia hoy, Rosália y Julieta responden positivamente: se ha avanzado y hoy algunas mujeres estudian teología, forman parte de comisiones parroquiales, preparan el altar para la misa y hay monaguillas. Además, Promaica tiene a la Conferencia Episcopal de su lado. Hay diálogo y colaboración con el obispo y contamos con el sacerdote como director espiritual.
Las mujeres hacen lo que les piden porque quieren, nunca por imposición, y también saben decir que no, dice Rosália. La fuente de financiación de Promaica son las aportaciones de los miembros y, con el tiempo, se ha independizado de Cáritas. Confortadas por que el Papa Francisco reitera que las mujeres deben estar al servicio y nunca servir y que deben poder ocupar puestos importantes en la Iglesia, Julieta y Rosália argumentan que, más allá de la cuestión del sacerdocio, las mujeres pueden realizar cualquier tarea en la Iglesia