El Movimiento Cultural Cristiano ha hecho público un comunicado en el que advierte que “no solo estamos inmersos” en la pandemia del Covid-19, sino que también el mundo entero está imbuido en una “economía que mata”. “Ha aumentado el hambre y la miseria en la misma proporción en la que crece el número de personas esclavizadas y descartadas. Las migraciones forzosas y los ‘territorios’ de refugiados como consecuencia de la situación de devastación de la guerra, la miseria y la violencia alcanzan dimensiones superiores a la de la 2ª guerra mundial”, señala. Mientras tanto, “ha aumentado la concentración de la riqueza en menos manos”.
“El sistema capitalista dominante, en pleno proceso de transición a una economía digital y supuestamente sostenible”, continúa el Movimiento, “parece necesitar poco más del 20% de los trabajadores del mundo”, mientras que “el 80% restante serán degradados sin piedad a ser meros instrumentos ‘descartables’”. De esta manera, “la injusticia de la desigualdad pasa de ser una brecha a ser un abismo”.
Por ello, en primer lugar, el Movimiento Cultural Cristiano denuncia la difusión de una “religión secular que se cree capaz de conseguir la perfección humana y social mediante la tecnología, negando el sentido transcendente de la existencia”. Con ella “se intenta imponer una ideología tecnocrática que anula la responsabilidad política personal y colectiva por el Bien Común”, teniendo, como consecuencia, la legitimización “como único poder absoluto el estado-mercado neocapitalista”.
Asimismo, la organización afirma que “se cuestiona permanentemente el concepto de naturaleza humana como dato objetivo que tiene inscrito un mensaje ético absoluto”. “Se favorece con ello la dictadura del relativismo que permite la dominación y explotación de los poderosos contra los débiles”, denuncia. De esta manera, “el concepto de dignidad sagrada del ser humano salta por los aires… Los atentados contra la vida humana desde su concepción (aborto y eutanasia incluidos) encuentran en este cuestionamiento su legitimidad”.
Por otra parte, se critica el “ataque sistemático al matrimonio y a la familia como escuela de vida, amor y solidaridad dejando a la persona aislada y fragmentada sin los vínculos fundantes y fundamentales que le permiten desarrollarse plenamente”. Como consecuencia de ello, apuntan que “se desarrollan individuos narcisistas, dependientes, con adicciones y fácilmente manipulables”.
Para el Movimiento Cultural Cristiano, además, se están dando “fuertes luchas geopolíticas de poder entre los grandes estados potencia”, en las que “se consolida un neocapitalismo digital que se apoya en la biotecnología como uno de sus elementos fundamentales”. “Asistimos a un aumento de la concentración de capital/poder de la que son un exponente singular las empresas tecnológicas. El capitalismo financiero-tecnológico o digital se come al financiero-industrial”, advierten.
Por otro lado, señalan el “robo sistemático de los recursos naturales y estratégicos de los países que forman parte del Sur empobrecido”, con el objetivo primordial de que las empresas minimicen el coste del trabajo. “Se acelera igualmente la degradación y explotación del mundo del trabajo favoreciendo la autoexplotación, la esclavitud, el descarte social y sobre todo la destrucción de la dimensión profesional de la vocación humana que permiten la promoción de la persona”, aseguran.
“El clamor de los pobres resulta inseparable del clamor de la naturaleza”, apunta el Movimiento. “Sin embargo, la crisis ecológica se ha convertido en una nueva coartada para el control de la población, especialmente la más empobrecida”, revistiendo el capitalismo de “verde” y “sostenible”.
En este contexto, además, la comunidad política “está reducida a escombros”. Una “deriva” en la que se produce “un auge de los nacionalismos y los populismos que siempre han precedido históricamente a los regímenes totalitarios”. Del mismo modo, las instituciones supranacionales los Objetivos de Desarrollo Sostenible “son auténticos caballos de Troya de los intereses de grandes fondos financieros. Estos fondos no proceden ya sólo de los Estados sino del Gran Capital (Global Compact)”. “El lobo se disfraza, otra vez, con la piel del cordero”, afirman.
Por su parte, el Movimiento Cultural apuesta porque “la sociedad despierte, tome conciencia y se organice solidariamente”, tomando de referencia “una experiencia tan indeleble como la que hemos tenido en medio de tanto dolor: la experiencia de la de subsidiariedad, del apoyo, de la acogida y la ayuda mutua; la experiencia de la solidaridad sin fronteras, de la cooperación; la experiencia del cuidado y la ternura hacia los más vulnerables y débiles; la experiencia, en suma, de los que vienen trabajando y siguen trabajado con la noble intención de construir el bien común con absoluta independencia de las etiquetas politiqueras con las que el juego del poder nos pretende dividir, disolver y enfrentar”.
“No podemos seguir apuntalando una cultura de muerte que legitima un mundo de esclavos”, concluyen. “Si no queremos mantenernos en las sendas del descarte y la autodestrucción debemos hacernos responsables de todos y protagonistas del mundo. Optemos por abrazar la firme y determinada voluntad de construir el Bien Común, por empujar al mundo hacia la fraternidad, hacia la solidaridad sin fronteras y hacia la autogestión”.