El Vaticano deja la intercomunión en manos de los obispos. “La ‘communicatio in sacris’ está permitida para el cuidado de las almas dentro de ciertas circunstancias, y cuando este sea el caso debe ser reconocida como deseable y recomendable. Los sacramentos nunca deben ser compartidos por mera cortesía. La prudencia debe ejercerse para evitar confusión o el escándalo entre los fieles”. Con estas palabras, el Vaticano, a través del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos parece abrir la puerta a la petición de los obispos alemanes para que familias interconfesionales puedan celebrar juntos.
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Los prelados germanos abrieron en febrero de 2018 la puerta a la comunión de los protestantes casados con católicos provocando un enconado debate teológico, que se ha sucedido con cartas y reuniones bilaterales entre el Episcopado y la Congregación para la Doctrina de la Fe. “La evaluación de la aplicabilidad de estos principios requiere un ejercicio de discernimiento por parte del obispo diocesano. Es importante subrayar que el juicio del obispo sobre el momento más apropiado para compartir el sacramento de modo excepcional, es siempre un discernimiento pastoral, es decir, se trata del cuidado y de la salvación de las almas”, reconoce el documento ‘El obispo y la unidad de los cristianos: vademécum ecuménico’, que se ha publicado hoy firmado por el cardenal Kurt Koch y con la ratificación del papa Francisco.
“Dado que compartimos una comunión real con los otros cristianos en virtud de nuestro bautismo común, la oración con estos hermanos y hermanas en Cristo es posible y necesaria para alcanzar la unidad que el Señor quiere para su Iglesia. Sin embargo, la administración y recepción de los sacramentos, especialmente la eucaristía, en las respectivas celebraciones litúrgicas, sigue siendo un área de serias tensiones en nuestras relaciones ecuménicas”, afirma el texto.
El Vaticano aconseja a los prelados “ayudar al clero a discernir cuándo se aplican esas condiciones y cuándo sería apropiada la participación en la vida sacramental en casos individuales”. Asimismo, les recuerda que “si la diócesis o la conferencia episcopal no tienen directrices sobre las disposiciones canónicas para compartir la vida sacramental de forma excepcional, y si considera que tales directrices serían útiles en su contexto, contactar la comisión ecuménica episcopal y buscar asesoramiento sobre la propuesta o preparación de dicho texto”.
Además de la intercomunión, el documento cuenta con otras interesantes reflexiones que compartimos a continuación:
1. La búsqueda de la unidad es intrínseca a la Iglesia
“En la medida en que los cristianos dejan de ser signo visible de unidad, fracasan en su deber misionero de ser instrumentos que llevan a la humanidad hacia la unidad salvífica que resplandece en la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se entiende así por qué la obra de la unidad es fundamental para nuestra identidad como Iglesia”.
2. La unidad de los cristianos como vocación de la Iglesia
“La comunión real aunque imperfecta, que ya existe entre católicos y otros cristianos bautizados puede y debe profundizarse simultáneamente a diversos niveles. Compartiendo nuestra vida de fe con otros cristianos, orando con ellos y por ellos, testimoniando activamente y en común nuestra fe cristiana, crecemos en la unidad que el Señor deseó para su Iglesia”.
3. El obispo como principio visible de unidad
“Arraigado en su oración personal, la preocupación por la unidad debe informar cada aspecto de su ministerio: su enseñanza de la fe, su ministerio sacramental, y las decisiones de su gobierno pastoral. Este ministerio episcopal de unidad está profundamente ligado a la sinodalidad. Los obispos que componen un colegio junto con el Papa, ejercen su ministerio pastoral y ecuménico de manera sinodal con todo el pueblo de Dios”.
4. Una guía para el obispo en su función de discernimiento
“La tarea ecuménica está siempre influenciada por la gran variedad de contextos en que los obispos viven y trabajan. En algunas regiones los católicos son la mayoría; en otras, una minoría respecto a las demás comunidades cristianas; y en otras, la cristiandad misma es una minoría. Los desafíos pastorales son también muy diversos”.
5. Un pueblo dispuesto para el diálogo y el compromiso
“Mediante la formación, el obispo puede garantizar que los fieles de su diócesis estén debidamente preparados para trabajar con los otros cristianos. Ante todo, el ecumenismo no consiste en una solución de compromiso, como si la unidad tuviera que lograrse a expensas de la verdad. Al contrario, la búsqueda de la unidad nos lleva a una valoración más plena de la verdad revelada por Dios. Aunque creemos todas las verdades reveladas con la misma fe divina, su significado depende de su relación con los misterios salvíficos de la Trinidad y la salvación en Cristo, fuente de todas las doctrinas cristianas. Al sopesar las verdades, en lugar de enumerarlas simplemente, los católicos han de alcanzar una comprensión más exacta de la unidad que existe entre los cristianos. Los formadores imbuidos por una actitud de caridad, pondrán siempre el acento en la fe cristiana que compartimos con los demás, presentando con equilibrio y precisión las diferencias teológicas que nos dividen”.
6. Un enfoque ecuménico en el uso de los medios
“La falta de comunicación mutua a lo largo de los siglos ha agudizado las divergencias entre las comunidades cristianas. Los esfuerzos para fomentar y fortalecer la comunicación pueden desempeñar un papel clave para acercar a los cristianos divididos. La presencia católica en los medios de comunicación debe demostrar que los católicos estiman a sus hermanos y hermanas en Cristo, y que están disponibles para escuchar y aprender de ellos”.
7. Recomendaciones para las páginas web de las diócesis
“Internet es cada vez más el medio por el que el mundo percibe el rostro de la Iglesia. Es un espacio donde tanto los fieles católicos como los demás encuentran representada a la Iglesia local y desde el que juzgarán sus prioridades y preocupaciones. Debemos prestar atención a esta nueva dimensión de la vida eclesial. La preocupación de la Iglesia por la unidad de los cristianos en obediencia a Cristo, así como el amor y estima por las otras comunidades cristianas, deben aparecer inmediatamente evidentes en nuestras páginas web diocesanas. Quienes administran las páginas web diocesanas deben ser conscientes de su responsabilidad en la formación cristiana. El delegado diocesano para el ecumenismo y la comisión ecuménica deben ser fácilmente localizables y contactados mediante la página web. La página ecuménica de un sitio web diocesano es un excelente espacio para dar a conocer los eventos y publicar las noticias”.
8. Las diversas modalidades de relacionarse
“El movimiento ecuménico es uno e indivisible y debe ser siempre considerado como un todo. No obstante, adopta diversas formas según las diversas dimensiones de la vida eclesial. El ecumenismo espiritual promueve la oración, la conversión y la santidad en la búsqueda de la unidad de los cristianos. El diálogo de la caridad promueve el encuentro a nivel de contactos y cooperación cotidianos, nutriendo y profundizando la relación que ya tienen los cristianos en virtud del bautismo. El diálogo de la verdad opera sobre el aspecto vital de la doctrina para sanar las divisiones entre los cristianos. El diálogo de la vida incluye las oportunidades de encuentro y colaboración con otros cristianos en el ámbito de iniciativas pastorales comunes, en la misión cristiana en el mundo y a través de la cultura”.
9. Orar con los otros cristianos
“Ya que, como hermanos y hermanas en Cristo, compartimos una verdadera comunión, los católicos no solo pueden, sino que deben, buscar oportunidades para orar con los otros cristianos. Ciertas formas de oración son particularmente apropiadas para la búsqueda de la unidad de los cristianos. Al concluir el rito del bautismo reconocemos la dignidad que todos alcanzamos al ser hechos hijos de un único Padre y así poder proclamar la Oración del Señor, por eso precisamente es apropiado rezar esta misma oración con los otros cristianos que comparten el bautismo. Al promover la oración en común, los católicos deben tener en cuenta que, como en otros tiempos sucedía a la Iglesia católica, algunas comunidades cristianas no practican la oración conjunta con otros cristianos”.
10. Orar unos por otros y por las necesidades del mundo
“Los cristianos de diferentes tradiciones compartirán naturalmente una preocupación por la comunidad local en la que viven y por los desafíos particulares a los que se enfrentan. Los cristianos pueden demostrar su preocupación celebrando juntos acontecimientos o aniversarios significativos para la vida de la comunidad, y orando juntos por sus necesidades particulares. Los problemas globales como la guerra, la pobreza, el drama de los migrantes, las injusticias y la persecución de los cristianos y de otros grupos religiosos, exigen también la atención de los cristianos que pueden unirse para orar por la paz o por los más vulnerables”.
11. Las Sagradas Escrituras
“Los católicos comparten las Sagradas Escrituras con todos los cristianos y con muchos de ellos comparten también un mismo Leccionario Dominical. La predicación puede ser un medio particularmente eficaz para demostrar que, como cristianos, nos nutrimos de la fuente común de las Sagradas Escrituras. Los sacerdotes católicos y los otros ministros cristianos podrían, cuando fuese apropiado, invitarse mutuamente a predicar durante sus respectivas celebraciones no eucarísticas”.
12. Fiestas y ciclos litúrgicos
“De igual manera, compartimos, con la mayoría de las otras tradiciones cristianas los grandes momentos del calendario litúrgico: Navidad, Pascua y Pentecostés. Con muchos compartimos también los tiempos litúrgicos del Adviento y la Cuaresma. En muchas partes del mundo, este calendario común nos permite prepararnos juntos para celebrar las principales fiestas cristianas. En algunas diócesis, el obispo católico publica junto con otros líderes cristianos declaraciones conjuntas en ocasión de estas importantes celebraciones”.
13. Santos y mártires
“Nuestras Iglesias están ya unidas por la comunión que comparten los santos y los mártires. La devoción común a un santo, a un santuario o a una imagen particular puede ser motivo para organizar una peregrinación, una procesión o una celebración ecuménica. Los católicos en general, y los obispos católicos en particular, pueden fortalecer los lazos de unidad con los otros cristianos promoviendo las devociones que ya celebran en común.
14. La contribución de la vida consagrada
“La vida consagrada, arraigada en la voluntad de Cristo y en la tradición común de la Iglesia indivisa, comporta sin duda una vocación particular a promover la unidad. Las comunidades monásticas y las congregaciones religiosas, al igual que las nuevas comunidades y movimientos eclesiales, pueden ser lugares privilegiados de hospitalidad ecuménica, de oración por la unidad y de ‘intercambio de dones’ entre los cristianos. Algunas comunidades recientemente fundadas tienen como carisma particular la promoción de la unidad de los cristianos, e incluso algunas de ellas cuentan con miembros de diferentes tradiciones cristianas”.
15. La purificación de la memoria
“La memoria de muchas comunidades cristianas sigue herida por una historia de conflictos religiosos y nacionales. Sin embargo, cuando esas comunidades, separadas en bandos opuestos por sus divisiones históricas son capaces de unirse en una relectura común de la historia, se hace posible la reconciliación de las memorias”.
16. La base bautismal del diálogo de la caridad
“Todo ecumenismo es un ecumenismo bautismal. Los católicos consideran a todos los hombres como hermanos y hermanas en virtud de un mismo Creador. Pero siguiendo la praxis del Nuevo Testamento y de los Padres de la Iglesia, reconocen una relación mucho más profunda con los cristianos bautizados de las otras comunidades cristianas, que los convierte en hermanos y hermanas en Cristo. Por eso, el diálogo de la caridad remite no solo a la fraternidad humana, sino también a los lazos de una comunión forjada en el bautismo”.
17. Una cultura del encuentro
“Es importante que los católicos participen, en la medida de lo posible, en organismos ecuménicos como Consejos de Iglesias o Consejos cristianos, a nivel nacional, diocesano y parroquial. El diálogo de la caridad se construye mediante la suma de iniciativas sencillas que fortalecen los lazos de la comunión: el intercambio de mensajes o delegaciones en ocasiones especiales; las visitas recíprocas, las reuniones entre los responsables locales de la pastoral; y los convenios entre comunidades o instituciones (diócesis, parroquias, seminarios, escuelas y coros). Así, con palabras y gestos demostramos nuestro amor no sólo hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo, sino también hacia las comunidades cristianas a las que pertenecen. Muchos obispos han experimentado cómo en el diálogo de la caridad el ecumenismo se transforma en algo más grande que un simple deber de su ministerio y descubren una fuente de enriquecimiento”.
18. El desafío de la recepción
“Este proceso de recepción debe involucrar a toda la Iglesia en el ejercicio de su ‘sensus fidei’: laicos, teólogos y pastores. Al respecto, las facultades de teología y las comisiones ecuménicas locales juegan un papel igualmente importante. Por eso, se invita a los obispos a leer y evaluar de modo particular los documentos ecuménicos que sean más relevantes para sus propios contextos. Muchos documentos contienen sugerencias que se pueden aplicar a nivel local. Aunque los textos producidos por las comisiones de diálogo no constituyen de por sí documentos doctrinales oficiales de las Iglesias involucradas, su recepción en la vida de las comunidades cristianas puede ayudar a todos a alcanzar una comprensión y un aprecio más profundos de los misterios de la fe.
19. Los desafíos pastorales comunes
“Frecuentemente las comunidades cristianas de una localidad determinada se enfrentan a los mismos desafíos pastorales y misioneros. Allí donde todavía no existe un deseo genuino de unidad entre los cristianos, estos desafíos pueden exacerbar las tensiones e incluso promover un espíritu de competición entre esas comunidades. Pero donde se abordan con un espíritu verdaderamente ecuménico, los mismos desafíos pueden convertirse en oportunidades para la unidad de los cristianos a través del cuidado pastoral, que aquí llamamos ‘ecumenismo pastoral’. Seguramente, este es uno de los campos que contribuye más eficazmente a promover la unidad de los cristianos en la vida de los creyentes”.
20. Ministerio compartido y recursos compartidos
“En muchas partes del mundo, y de varias maneras, los ministros cristianos de diferentes tradiciones trabajan juntos en la atención pastoral en los hospitales, las cárceles, las fuerzas armadas, las universidades y otras capellanías. Allí donde el obispo diocesano discierna que no causará escándalo o confusión entre los fieles, puede permitir a otras comunidades cristianas el uso de algún templo católico. Este discernimiento deberá ser particularmente cuidadoso en el caso de la catedral diocesana. Del mismo modo, en muchos contextos las comunidades católicas se benefician de una hospitalidad similar por parte de otras comunidades cristianas. Este intercambio de recursos puede generar confianza y profundizar el entendimiento mutuo entre los cristianos”.
21. Los matrimonios mixtos
“El obispo diocesano está llamado a autorizar los matrimonios mixtos entre católicos y otros cristianos bautizados y, a veces, a conceder una dispensa de la forma canónica. Se debe hacer un esfuerzo especial para involucrar a estas familias en las actividades ecuménicas parroquiales o diocesanas. Los recientes movimientos migratorios han acentuado esta realidad eclesial. Por eso, es necesario fomentar los acuerdos locales sobre estas preocupaciones pastorales tan apremiantes”.
22. Cooperación al servicio del mundo
“Una acción coordinada de organizaciones cristianas para ayudar a los desplazados y migrantes; la lucha contra la esclavitud moderna y la trata de personas; la consolidación de la paz; la defensa de la libertad religiosa; la lucha contra la discriminación; la defensa de la santidad de la vida y el cuidado de la creación. Entendemos por “ecumenismo práctico” la cooperación de los cristianos en todos estos campos. Cada vez más, y a medida que surgen nuevas necesidades, las comunidades cristianas ponen en común sus recursos y coordinan sus esfuerzos para socorrer del modo más eficaz a los necesitados. La experiencia de los obispos en muchas partes del mundo es que la cooperación entre las comunidades cristianas al servicio de los pobres es una fuerza impulsora para promover el deseo de unidad de los cristianos”.
23. El servicio común como testimonio
“Como discípulos de Cristo, educados por las Escrituras y la tradición cristiana, estamos obligados a actuar para defender la dignidad de la persona humana y la sacralidad de la creación, con la esperanza segura de que Dios está llevando la creación entera a la plenitud de su Reino. De este modo nuestro servicio manifiesta ante el mundo la fe que compartimos y dando un testimonio común, nuestro testimonio se fortalece.
24. El diálogo interreligioso
“Cada vez más, tanto a nivel nacional como local, los cristianos se ven en la necesidad de entrar en diálogo con las otras tradiciones religiosas. Las recientes corrientes migratorias han incorporado pueblos de diferentes culturas y religiones en lo que antes eran comunidades predominantemente cristianas. A veces, una comunidad cristiana puede tener una competencia limitada en este campo. Por eso, la mutua cooperación ecuménica en el diálogo interreligioso es a menudo beneficiosa. Es importante no perder nunca de vista la diferencia esencial entre el diálogo con las diferentes tradiciones religiosas no cristianas, que tiene como fin cooperar y establecer buenas relaciones, y el diálogo con las otras comunidades cristianas, que tiene como fin restablecer la unidad querida por Cristo para su Iglesia y que propiamente se llama ‘ecuménico’”.