Ayer, jueves 3 de diciembre, en el acto con el que se inauguró el Belén que, como desde hace 18 años, se sitúa en la sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol, la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, agradeció a la Asociación de Belenistas de Madrid su compromiso por hacer un Nacimiento “diferente”, adaptado a las condiciones impuestas por la pandemia para que pueda ser visitado con “seguridad”.
“Nos va a ayudar a sentir la Navidad –agradeció– y a que ese sentimiento siempre nos acompañe”. Porque, “aunque van a ser unas Navidades muy difíciles, necesitamos seguir viviendo y mirar hacia delante”. De ahí el detalle que lo hace más especial a la hora de recordar “tantas vidas rotas” y “a nuestros sanitarios”: entre las 200 figuras que lo componen, hay un hospital.
“La Navidad y el Belén –prosiguió– celebran el nacimiento de Jesús de Nazaret. Con el nacimiento de Cristo medimos los siglos y se funda nuestra civilización. Dios se hizo hombre. Por eso, desde el cristianismo, en nuestra cultura celebramos el hecho mismo de ser humanos. Esto nos recuerda que necesitar y necesitarnos nos hace verdaderamente humanos”.
Desde esa patente reivindicación del espíritu navideño anclado en la espiritualidad, Ayuso añadió que, “en el mundo, en lo que en otros tiempos era la Cristiandad y hoy llamamos Occidente, a diferencia de las sociedades colectivistas, cada uno es insustituible y nadie puede quedarse atrás”.
A continuación, tuvo un recuerdo para los Reyes Magos: “Al tiempo que celebramos el nacimiento de Cristo, celebramos la Epifanía”, una fiesta con la que celebramos “la manifestación de Dios a todos los pueblos de la Tierra; a todas las razas, orientales, blancos y negros. El cristianismo se hace así, nada más nacer, católico, que significa universal”.
“Por eso –abundó–, España siempre ha sido un pueblo universal e integrador, que promovía el mestizaje en América y que trataba al otro, al diferente, como persona. Ser católico es la antítesis de ser racista e insolidario. Además, es la celebración de la familia, de la infancia. Todos ellos son pilares de nuestra civilización occidental, se tenga o no fe”.
“Porque –remachó Ayuso– sobre los Evangelios, la cultura griega y el Derecho romano se fundan nuestra cultura, nuestras políticas, nuestra visión del mundo. En esta forma de vida occidental, universal, se representa la Navidad, para creyentes y no creyentes. Un pueblo que olvida sus raíces espirituales y filosóficas, no solo se aniquila a sí mismo, sino que priva al mundo de la forma de vernos. Por eso, en la Comunidad de Madrid celebramos la Navidad. Celebramos este maravilloso Nacimiento. Paz en la Tierra a todos los hombres de buena voluntad. Paz y amor. Feliz Navidad y bien hallados a este Belén que es de todos”.