“El obispo no puede considerar la promoción de la causa ecuménica como una tarea más dentro de su variado ministerio; una tarea que podría y debería posponerse en vista de otras prioridades, aparentemente más importantes. El compromiso ecuménico del obispo no es una dimensión opcional de su ministerio episcopal, sino un deber y una obligación”. Así lo afirma el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, en el prefacio del documento ‘El obispo y la unidad de los cristianos: vedemécum ecuménico’, presentado hoy en el Vaticano.
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Para el purpurado alemán, “el ministerio confiado al obispo comporta un servicio a la unidad. A la unidad de su propia diócesis y a la unidad entre su Iglesia local y la Iglesia universal. Se trata de un ministerio con un significado especial: la búsqueda de la unidad de todos los discípulos de Cristo”.
Por eso, “entre las tareas del oficio pastoral del obispo, el Código de Derecho Canónico de la Iglesia latina destaca claramente la responsabilidad de promover la unidad de los cristianos”. “Esto aparece todavía con más evidencia en el Código de los cánones de las Iglesias orientales que dedica una sección especial a la tarea ecuménica”, agrega.
Responsabilidad ecuménica
Según sus palabras, “en su servicio a la unidad, el ministerio pastoral del obispo se extiende no solo a la unidad de su propia Iglesia, sino también a la unidad de todos los bautizados en Cristo”.
El documento “se ofrece a los obispos diocesanos y eparquiales para ayudarles a comprender y cumplir mejor su responsabilidad ecuménica”. Este Vademécum responde a una petición surgida en una Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo. El texto, ratificado por el papa Francisco, fue elaborado por los oficiales del Consejo, con la asesoría de algunos expertos y el acuerdo de los dicasterios competentes de la Curia romana.
“Ponemos esta obra a disposición de los obispos del mundo, esperando que en sus páginas encuentren pautas claras y útiles, que les ayuden a dirigir las Iglesias locales, confiadas a su ministerio pastoral, hacia aquella unidad por la que el Señor oró y a la que la Iglesia está irrevocablemente llamada”, concluye Koch.