Primer día de diciembre. El muelle de Arguineguín, despejado; los migrantes, trasladados. El “muelle de la vergüenza”, como se refiere a él Loli López, responsable del Secretariado de Migraciones de la Diócesis de Canarias, deja de ser un campamento improvisado 100 días después. Hasta 2.600 migrantes han estado en el espacio portuario, pese a que solo estuviera habilitado para 500. “Denunciamos que era infrahumano hacinar a las personas de esa forma, y que se haya cerrado por fin es un alivio enorme, porque teníamos una sensación de angustia e impotencia”, agrega.
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El campamento militar de Barranco Seco y el antiguo colegio León de Las Palmas –este último en proceso de habilitarse– serán los dos espacios en los que pasaran sus primeras 72 horas las personas que lleguen a bordo de los cayucos a la isla de Gran Canaria. Al menos, supuestamente, porque la Iglesia y las ONG en el archipiélago ya han denunciado que algunos jóvenes llevan más de diez días en Barranco Seco –“y tampoco son condiciones óptimas para nadie”, apostilla López–.
Solidaridad y xenofobia
Este drama humano y humanitario se llora a ambos lados del Atlántico: Canarias y Senegal están de luto. Los obispos de Senegal, Mauritania, Cabo Verde y Guinea-Bissau se han solidarizado con el dolor de las familias en duelo. “Rezamos por los desaparecidos y por sus seres queridos”, reconocieron al término de su reciente asamblea. “En diálogo con personas locales nos dicen que las familias están de luto por las muertes en el mar, que suponen unas 1.000 vidas”, apunta López.
En Orzola (Lanzarote), donde los propios vecinos rescataron el 25 de noviembre a una patera a la deriva –que dejó ocho muertos–, se vio la solidaridad del pueblo canario. “¿Lloramos nosotros como llora Senegal? Pues sí, nos duele”, sentencia la voz diocesana de Migraciones. No obstante, la ola de xenofobia también ha llegado a las costas de las islas. “Hay un sector, que quiero pensar que es minoritario, puesto que nosotros hemos sido migrantes, que esta comprando los discursos xenófobos”, reconoce.