Vaticano

El papa Francisco postula a San José como patrono de los migrantes y refugiados





“Con corazón de padre: así José amó a Jesús”. Con estas palabras, Francisco describe a san José en ‘Patris corde’, la carta apostólica con motivo de los 150 años de su declaración como patrono de la Iglesia universal. El documento papal sirve además como punto de partida para este año especial en torno a la figura del padre de Jesús y esposo de María declarado por Jorge Mario Bergoglio.



Partiendo de las referencias que de él hacen los evangelistas Mateo y Lucas,  el Papa se detiene en glosar la figura del “humilde carpintero, desposado de María”, al que contempla como “un hombre justo, siempre siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada. “Tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús”, destaca en la carta apostólica, donde recuerda además que “después de María, Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su esposo”.

En esta misma línea, repasa cómo los diferentes Papas le han puesto en valor: desde Pío IX que lo declaró patrono de la Iglesia a Pío XII que lo encumbró como patrono de los trabajadores, pasando como Juan Pablo II que lo vio como custodio del redentor, o la invocación popular que lo ve como patrono de la buena muerte.

Es más, Francisco llega a proponerle como “santo patrono especial para todos aquellos que tienen que dejar su tierra a causa de la guerra, el odio, la persecución y la miseria”. “La Sagrada Familia tuvo que afrontar problemas concretos como todas las demás familias, como muchos de nuestros hermanos y hermanas migrantes que incluso hoy arriesgan sus vidas forzados por las adversidades y el hambre”, medita el Papa en la carta.

Así, el Papa reivindica la plena actualidad de san José, a quien vincula directamente a la pandemia del coronavirus, a quienes como él, desde la discreción, juegan un papel fundamental para que la humanidad salga adelante. De hecho, lo compara con los enfermeros, las limpiadoras, los transportistas… “San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en “segunda línea” tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”, expone Francisco. Desde ahí, sugiere cómo “todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad”.

A partir de ahí, el Papa otorga de forma simbólica siete ‘títulos’ al padre de Jesús y esposo de María, que Vida Nueva repasa a continuación:

1. Padre amado

Francisco pone en valor cómo san José “siempre ha sido amado por el pueblo cristiano”, como muestran tanto las iglesias que tiene dedicadas  como la devoción de tanto santos, “entre ellos Teresa de Ávila, quien lo tomó como abogado e intercesor, encomendándose mucho a él y recibiendo todas las gracias que le pedía”.

2. Padre en la ternura

El Papa destaca cómo José vio crecer y “progresar día tras día” a Jesús en sabiduría. De la misma manera, aprecia cómo solo desde la ternura, pudo creer contra toda esperanza y en medio de las dificultades. Con esta premisa, el Papa saca una lección para los cristianos: “Si esta es la perspectiva de la economía de la salvación, debemos aprender a aceptar nuestra debilidad con intensa ternura”.

“También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto”, medita Jorge Mario Bergoglio, que plantea cómo “nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad”. Es más, expone que el santo “nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia”.

3. Padre en la obediencia

Francisco se adentra en la angustia de san José, primero por “el embarazo incomprensible de María” y, después, por la huida a Egipto. “En cada circunstancia de su vida, José supo pronunciar su “fiat”, como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní”, escribe el Papa.

Pero va más allá para recordar que “en su papel de cabeza de familia, enseñó a Jesús a ser sumiso a sus padres, según el mandamiento de Dios”.

4. Padre en la acogida

“José acogió a María sin poner condiciones previas”, sentencia Francisco. Frente a la “decepción y rebelión” que nace ante hechos y situaciones desconcertantes, el Papa apunta cómo “José deja de lado sus razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia historia”.

“Si no nos reconciliamos con nuestra historia, ni siquiera podremos dar el paso siguiente, porque siempre seremos prisioneros de nuestras expectativas y de las consiguientes decepciones”, aconseja Francisco. Será esta acogida el punto de partida para “una historia más grande, un significado más profundo”.

En este sentido, el Papa aclara que “José no es un hombre que se resigna pasivamente”. “Es un protagonista valiente y fuerte”, asevera, lo que le lleva a afirmar que ha de quedar “lejos de nosotros el pensar que creer significa encontrar soluciones fáciles que consuelan”. “No buscó atajos, sino que afrontó “con los ojos abiertos” lo que le acontecía”, subraya después.

“La acogida de José nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con preferencia por los débiles, porque Dios elige lo que es débil”, remata el Papa.

5. Padre de la valentía creativa

Francisco describe al “carpintero de Nazaret” como aquel  que “sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia”. “Si a veces pareciera que Dios no nos ayuda, no significa que nos haya abandonado, sino que confía en nosotros, en lo que podemos planear, inventar, encontrar”, comparte el Papa.

“Así, cada persona necesitada, cada pobre, cada persona que sufre, cada moribundo, cada extranjero, cada prisionero, cada enfermo son “el Niño” que José sigue custodiando”, relata Francisco. El Pontífice llama a invocarle “como protector de los indigentes, los necesitados, los exiliados, los afligidos, los pobres, los moribundos”.

“De José debemos aprender el mismo cuidado y responsabilidad: amar al Niño y a su madre; amar los sacramentos y la caridad; amar a la Iglesia y a los pobres”, asevera.

6. Padre trabajador

“San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia”, repasa Francisco, que también señala cómo Jesús aprendió así “el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo”.

La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de Covid-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades”, apunta el Papa que, a la luz de San José, insta a los cristianos a defender la siguiente consigna: “¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!”.

7. Padre en la sombra

A partir de su paternidad inesperada, recuerda que “la felicidad de José no está en la lógica del auto-sacrificio, sino en el don de sí mismo. Nunca se percibe en este hombre la frustración, sino sólo la confianza”.

“El mundo necesita padres, rechaza a los amos”, expone el Papa tanto a las familias como a los sacerdotes y consagrados: “ Cuando una vocación, ya sea en la vida matrimonial, célibe o virginal, no alcanza la madurez de la entrega de sí misma deteniéndose sólo en la lógica del sacrificio, entonces en lugar de convertirse en signo de la belleza y la alegría del amor corre el riesgo de expresar infelicidad, tristeza y frustración”.

“Siempre que nos encontremos en la condición de ejercer la paternidad, debemos recordar que nunca es un ejercicio de posesión, sino un ‘signo’ que nos evoca una paternidad superior”, medita el Papa, que llama a respetar la libertad de los hijos al estilo de San José. “Siempre supo que el Niño no era suyo, sino que simplemente había sido confiado a su cuidado”, defiende Francisco.

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