Desde hace décadas, la Iglesia viene haciendo su camino de memoria democrática de la persecución religiosa en España, sus mártires y de la propia Guerra Civil. En el fondo y en la forma, la reconciliación. Así se pone de manifiesto en cada una de las ceremonias de beatificación y canonización de quienes fueron asesinados por su fe en nuestro país en el siglo XX, que huyen de todo mensaje revanchista.



Entre los ejemplos más recientes, la subida a los altares en noviembre del beato Joan Roig, que murió con 19 años nada más comenzar la contienda. “Que Dios os perdone como yo os perdono”, fueron las últimas palabras que salieron de sus labios tras recibir cinco tiros en su corazón y uno de gracia en la nuca. Así lo destacaba en su homilía en la Sagrada Familia de Barcelona el presidente del Episcopado, el cardenal Juan José Omella, al presentarle como “un revolucionario de la ternura y del perdón”.

La causa de Roig es una más entre las investigaciones iniciadas poco después de producirse las sangrientas muertes. En 1964, Pablo VI estableció paralizar todas las causas de mártires de la persecución religiosa en España, a la vista de que los tiempos no estaban maduros.

Una indicación que seguiría vigente hasta que la invitación que Juan Pablo II hace en 1994, de cara a la preparación del tercer mileno, llama a avivar la memoria de los mártires como testimonio de reconciliación en la carta apostólica Tertio Millennio Adveniente.

Un trabajo coordinado

Previamente, se había celebrado la beatificación de tres carmelitas descalzas de Guadalajara, el 29 de marzo de 1987, a las que seguirían después 26 pasionistas en 1989 o, en ese mismo año, nueve Hermanos de La Salle con su capellán –canonizados ya en 1999, siendo los primeros mártires santos de la persecución en España–.

Desde 2005, la coordinación de las diferentes causas pendientes en las diócesis, en concreto 23, comienzan a trabajar de forma coordinada aunando los estudios realizados por las congregaciones religiosas. El fruto más evidente de este impulso hasta ahora son las beatificaciones de 498 mártires en la Plaza de San Pedro el 28 de octubre de 2007 y de otros 522 en Tarragona el 13 de octubre de 2013.

El trabajo continúa. El último caso de aprobación de un decreto de martirio desde el Vaticano data del pasado 24 de noviembre, referente al sacerdote Juan Medina y otros 126 mártires de la Diócesis de Córdoba. Por otro lado, el 12 de diciembre, el cardenal Carlos Osoro preside en la catedral de La Almudena tres nuevas causas de martirio, en este caso promovidas por la Archidiócesis de Madrid, la Diócesis de Getafe, la Asociación Católica de Propagandistas y la Acción Católica, con un total de 140 siervos de Dios correspondientes todos ellos a los años 30.

Compartir
Noticias relacionadas










El Podcast de Vida Nueva