La Conferencia Episcopal Española ha convocado hoy a los católicos a una Jornada de ayuno y oración para “pedir al Señor que inspire leyes que respeten y promuevan el cuidado de la vida humana”. Ante la aprobación en el Congreso de los Diputados de la Ley de Eutanasia, los obispos instan a rezar, con la conciencia de que “la muerte provocada no puede ser un atajo que nos permita ahorrar recursos humanos y económicos en los cuidados paliativos y el acompañamiento integral”.
Más allá de consideraciones políticas, Vida Nueva repasa las 4 frases más contundentes del papa Francisco contra la eutanasia.
“El médico no debe perder de vista la singularidad de cada paciente, con su dignidad y su fragilidad. Es decir, que cada hombre o mujer enfermo sea acompañado con conciencia, inteligencia y corazón. Con esta actitud se puede y debe rechazar la tentación, inducida también por los cambios legislativos, de utilizar la medicina para apoyar una posible voluntad de morir del enfermo, proporcionando asistencia al suicidio o causando directamente su muerte por eutanasia”, dijo el Papa en su audiencia con la Federación Italiana de Colegios de cirujanos y odontólogos, a los que recibió el 20 de septiembre de 2019.
“La práctica de la eutanasia, que ya se ha legalizado en varios países, solo aparentemente pretende promover la libertad personal; en realidad, se basa en una visión utilitarista de la persona, que se vuelve inútil o puede equipararse a un coste, si desde el punto de vista médico no tiene esperanzas de mejora o ya no puede evitar el dolor” (audiencia a la Asociación Italiana de Oncología, 2 de septiembre de 2019).
“No deben hacerle el trabajo sucio a la muerte. El mal intenta persuadirnos de que la muerte es el final de toda cosa, de que vinimos al mundo por casualidad y estamos destinados a acabar en la nada. Al excluir el prójimo de nuestro horizonte, la vida se pliega sobre sí misma convirtiéndose en un bien de consumo”, recalcó el 25 de junio de 2018 al dirigirse a los alrededor de 300 expertos que participaban en la Asamblea General que la Pontificia Academia para la Vida.
“En nuestros días, como consecuencia de los progresos científicos y técnicos, han aumentado notablemente las posibilidades de curación física; sin embargo, por algunos aspectos parece disminuir la capacidad ‘de ocuparse’ de la persona, sobre todo cuando sufre, es frágil e indefensa. Por esto, los médicos católicos se comprometen en vivir la profesión como una misión humana y espiritual, como un verdadero y propio apostolado laical”.
“El pensamiento dominante, propone a veces una ‘falsa compasión’: aquella que considera que sea una ayuda a la mujer a favorecer el aborto, un acto de dignidad el procurar la eutanasia, una conquista científica ‘producir’ un hijo considerado como un derecho, en vez de acogerlo como un don, o usar las vidas humanas como ratas de laboratorio para salvar presumiblemente otras. La compasión evangélica en cambio es aquella que acompaña en el momento de la necesidad, esta es la del Buen Samaritano” (audiencia a la Asociación de Médicos católicos, 15 de noviembre de 2014).