En los momentos más difíciles, un poeta es capaz de ofrecer belleza ante un mundo que se desmorona. Es lo que nos descubre ‘La casa de las miradas’ (Ediciones Encuentro), primera novela de una trilogía escrita por el poeta italiano Daniele Mencarelli con un importante componente autobiográfico. Una historia de salvación que llega a España tras el éxito de crítica y público en su país, con los coletazos de una pandemia, pero que retrata la visión de un alcohólico que trabaja como limpiador en el hospital pediátrico vaticano del Bambino Gesù a finales de los años 90. De ahí que un porcentaje de las ventas de su edición española se destine a ayudar a los niños enfermos de cáncer.



PREGUNTA.- ¿En qué sentido nos encontramos ante una novela autobiográfica?

RESPUESTA.- Es biográfica en cuanto narra un año de mi vida, cuando en 1999 trabajaba en el hospital Bambino Gesù. El protagonista llega muy joven, a los 24 años, con un grave problema de alcoholismo, desesperado porque es incapaz de afrontar el dolor del mundo. Dentro del hospital vivirá un auténtico renacimiento gracias a dos factores fundamentales: ver el dolor de los niños y el amor de los padres; y la amistad de los compañeros de trabajo y la propia ocupación en la limpieza del centro.

P.- Este renacimiento personal del protagonista, ¿es la actitud que necesita la sociedad en estos momentos?

R.- En el fondo, en la novela lo que sucede es que se produce una cerrazón mental que es superada gracias a la vuelta a la amistad, al compartir… Esta es la única herramienta que tenemos los seres humanos a nuestro alcance para abrirnos plenamente al mundo.

P.- ¿Solo un poeta puede narrar una propuesta de redención en medio de tanto sufrimiento?

R.- Se dice que los territorios de guerra solo se pueden reconstruir con la palabra poética y no con la narrativa. La poesía es una gran ayuda para transmitir lo que supone el dolor. Por eso es posible que una novela así solo la pueda escribir un poeta. Probablemente, la poesía es el único idioma que puede acercarse tanto al tema del dolor y de la dependencia o la adicción.

P.- ¿Cuál es la “casa de las miradas”: el hospital, la propia vida…?

R.- El sentido del título se presenta sobre todo en la poesía final dedicada a un niño, en la que se describe así la propia vida. En ella se pide continuar haciendo “de tu mirada mi casa”. Y es que necesitamos fijarnos en las miradas de los otros, pues los dispositivos digitales nos distraen. Hay que recuperar que cada ser humano sea una casa de miradas, sin miradas no existe humanidad, no hay amor o amistad. El mensaje es que cada uno de nosotros vuelva a ser una casa de miradas. (…)

Foto: Daniel Ibáñez

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