Mi Navidad misionera en… Chile

Misionera Jovita con jóvenes

La misionera leonesa Jovita Morán Natal lleva desde 1983 en Chile. Fue hace casi cuatro décadas cuando esta carmelita de San José dejó Astorga y quiso encarnarse en un país que ya considera suyo.



Centrada especialmente en la pastoral juvenil, la religiosa española, cerca de cumplir los 78 años, acompaña desde hace siete a un grupo de 50 chicos y chicas de todo el país y bautizado como ‘El amigo que nunca falla’, ligado a su congregación. Además, trabaja intensamente con otro de 20 jóvenes vinculado a su diócesis y conocido como ‘Viajeros por un sueño’.

En torno a su espiritualidad

“El primer grupo –relata– surgió cuando varios jóvenes contactaron con nosotras porque querían conocernos como congregación. Esa relación se fue extendiendo entre miembros de diferentes parroquias y comunidades y, pese a las distancias que nos separan, hoy somos un grupo muy unido y comprometido. De hecho, tres de las chicas han hecho nuestro postulantado y una ya es profesa y las otras dos son novicias”.

Durante el curso, relata Jovita, la cincuentena de integrantes del grupo organizan unos tres tiempos de misión diferentes en las “zonas más populares y necesitadas del país”. Hace tres años, por ejemplo, estuvieron en la región de San Roque. “Lo primero que nos encontramos –recuerda la misionera– fue una capillita abandonada cuyas cortinas eran unas grandes telas de araña. Tras limpiarlo todo, empezamos a recorrer las aldeas, acudiendo a cada casa, simplemente para presentarnos”.

Jóvenes en Chile

Ellos son los protagonistas

“El día a día en la misión –añade la religiosa leonesa– consiste en rezar tranquilamente un par de horas en la capilla, en salir por parejas al encuentro de niños, jóvenes y adultos y, por la noche, en una dinámica de compartir la experiencia. Todo ello dirigido por los chicos, siendo yo un simple apoyo”. Actualmente, los componentes de ‘Viajeros por un sueño’ siguen en misión en un sector rural de Quillón llamado La Quebrada.

Con todo, este año ha sido diferente a causa del coronavirus: “Desde marzo, las reuniones semanales que teníamos y que tienen a Jesús como ‘El amigo que nunca falla’, las hemos venido haciendo por Zoom. También he hecho lo mismo con otro grupo de adultos de las mismas características”.

Testimonios en YouTube

En este sentido, ha sido muy especial cómo han vivido este tiempo preparatorio de la Navidad: “También por YouTube, algunos han ido dando su testimonio sobre Jesús; y, el entre 8 de noviembre y el 8 de diciembre, en el mes de María, hemos reflexionado sobre quién es la Madre para ellos”.

Con todo, su compromiso va más allá de las pantallas de los distintos dispositivos: “Los jóvenes están preparando, respectivamente, la cena familiar para una de las muchas familias pobres. Y es que, con la pandemia, están aún más empobrecidas…”. “En la parroquia –se lamenta– no tendremos presencialmente la misa de Nochebuena, por lo que los niños no tendrán su regalo”.

Un año muy duro

Echando la vista atrás, se lamenta por un 2020 muy duro: “La región de Ñuble, que es a la que pertenecemos, y en concreto en Chillán y Chillán Viejo, hemos estado muy azotados por la pandemia; en nuestra capilla hemos celebrado muchos velorios, todos con fallecidos dudosos del Covid-19

Personalmente, “a mis casi 78 años, he intentado ser respetuosa con las normas que nos ponen. Me he tomado con mucha paz lo que vivimos y, gracias a Zoom y WhatsApp, la misión ha sido diferente, pero la doy por buena. Lo esencial es que soy feliz en mi misión y veo palpable en ella la mano del ‘Amigo que nunca falla’”.

“Hay que aceptar –concluye– los tiempos como se presentan y confiar mucho en que el Señor, pues en todo va por delante nuestro”.

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