El secretario general de los obispos, Luis Argüello, ha calificado el aborto como “un drama personal, demográfico, ecológico, moral, político y, sobre todo, espiritual”. Así lo ha expresado a través de un hilo de Twitter en el que se hace eco de las cifras más recientes referentes a la cuestión. Y es que, tal y como recoge el portavoz de la Conferencia Episcopal, en 2019 se practicaron en España 99.149 abortos y nacieron 360.617 personas. 1.025.055 abortos desde la modificación de la ley en 2010.
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Esta valoración de Argüello tuvo lugar ayer, en transcurso de la fiesta de los Santos Inocentes, en la que la Iglesia tradicionalmente se pronuncia en defensa del derecho a la vida, con una mirada especial a los no nacidos. “¡No es un derecho!”, clama a continuación Argüello, que no duda en sentenciar que permitir esta práctica “mengua el prestigio del Tribunal Constitucional”.
Falta de fe
Para el también obispo auxiliar de Valladolid, el aborto denota en la sociedad “falta de fe, de esperanza y de amor a la vida”. Preocupado por el invierno demográfico que asola nuestro país, arremete contra el posicionamiento de la opinión pública: “Parece mentira la indiferencia con la que se vive esta tragedia”.
En 2019 se practicaron en España 99.149 abortos y nacieron 360.617 personas. 1.025.055 abortos desde la modificación de la ley en 2.010. Es un drama personal, demográfico, ecológico, moral, político y, sobre todo, espiritual: falta de fe, de esperanza y de amor a la vida.
— Mons. Luis Argüello (@MonsArguello) December 28, 2020
En esta misma línea, el prelado lamenta que “no se toman medidas en favor de la mujer embarazada en sus circunstancias personales, educativas, sociales…”. Como suele ser habitual en las intervenciones de Argüello, más allá de la apreciación ante la actualidad, en su reflexión tuitera ahonda para apuntar que “es aun más necesaria una revisión a fondo de la sexualidad, desvinculada hoy casi totalmente del amor y de la procreación”. También invita, en aras de defender la vida, una puesta a punto “del sistema económico y sus exigencias vitales y laborales”, así como “de la realización personal en la maternidad y paternidad”, y, en general “del sentido de la vida”.